La democracia es mucho más que momias

El objetivo principal de este sistema político no es convertirse en cementerio de personajes y partidos políticos

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Momias políticas.

Partidos embalsamados.

Diputados incinerados.

Fosa para figuras públicas.

Velorio de exministros.

Novenario de expresidentes.

Féretro de organizaciones veteranas.

Agrupaciones cadavéricas.

Coaliciones sepultadas.

Alianzas en la morgue.

Funeral de viceministros.

Excandidatos descansando en paz.

Osamentas de movimientos.

Cementerio de proyectos.

Carroza fúnebre de expresidentes ejecutivos.

Nicho de acuerdos políticos.

Funeraria de dirigentes comunales.

Santos óleos para los presidentes de los poderes de la República.

Sarcófago de planes de gobierno.

Mausoleo de opositores.

Esquela para alcaldes.

Sepulcro de estadistas.

Incienso para las ideologías.

Cripta para los acuerdos.

Tengo la impresión de que el sombrío panorama expuesto en las líneas anteriores coincide, de alguna manera u otra, con el concepto o imagen que algunos costarricenses tienen de la democracia (así lo he percibido en algunos discursos y diatribas de las redes sociales). Es decir, que consideran a este sistema político y de gobierno un sinónimo de crucifixión, fusilamiento y sacrificio; como que la sed de sangre despierta en algunas personas en épocas electorales...

No digo que el mundo de la actividad democrática esté excento de actos suicidas y homicidas. Lo que afirmo es que es mucho, muchísimo, más que eso.

Es, en especial, negociación, acuerdo, trato, compromiso, concertación, pacto, alianza, flexibilidad, ceder, persuadir, convencer, discutir, conciliar.

Es más crear y construir que ahorcar y decapitar.

Desarrollo y progreso se edifican más con obras concretas que con cementerios políticos.

En resumidas cuentas, democracia no se escribe con d de difunto, sino con d de diálogo.