La palabra cambio ha ido doce veces al psicoanalista en el último año. No es para menos, sufre una aguda crisis de identidad; no sabe cuál es su verdadero significado.
En estos momentos de angustia no le ayuda para nada la definición tan general que de ella da el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE): "Acción y efecto de cambiar".
Incluso duda de lo que ese libro dice del término cambiar: " Dejar una cosa o situación para tomar otra. Convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria".
Tampoco se fía del Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, de Joan Coromines: "Del latín tardío cambiare 'trocar', de origen céltico".
Igual de escéptico es con los aportes del Diccionario de sinónimos y antónimos de la editorial Espasa Calpe: "Permuta, canje, trueque, mudanza, muda, alteración, variación (...) transformación, mutación, permuta, metamorfosis, modificación".
Por más que se esmera, cómodamente acostada sobre el diván del psicoanalista, la palabra cambio no se ve reflejada en ninguna de esas definiciones, orígenes o vocablos.
Está tan desconcertada que confunde su verdadero yo con el de términos tan disímiles como promesa, elecciones, populismo, demagogia y expectativa, y con las expresiones "un giro de 180 grados", "un verdadero golpe de timón", "un antes y un después", "una nueva forma de actuar" y "no somos de los mismos".
De acuerdo con el psicoanalista, especialista en vocablos maltratados, el tratamiento va a demorar en rendir frutos pues si bien es cierto que esta crisis de identidad se ha profundizado en el último año, también es justo señalar que los abusos contra la palabra cambio suman varios años...
Prometo mantenerlos al tanto sobre el progreso o retroceso de esta paciente.