La platina: 2.822 días sin una solución definitiva

Otras formas de registrar el conteo: 67.718 horas, 4.063.077 minutos o —para hilar aún más fino— 243.784.627 segundos

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Es una lástima que el escritor polaco Slawomir Mrozek (1930-2013), satírico, irónico y sarcástico no este vivo para contarle el calvario que ha sufrido Costa Rica debido a la inutilidad de tres gobiernos seguidos (Óscar Arias Sánchez, Laura Chinchilla Miranda y Luis Guillermo Solís Rivera) para reparar una platina ubicada en el puente sobre el río Virilla de la autopista General Cañas.

La primera vez que se habló de ella en la prensa nacional fue el miércoles 15 de abril del 2009, cuando el periodista Hugo Solano —en ese entonces redactor del ahora desaparecido periódico Al Día— informó que el día anterior había tenido lugar una presa de vehículos que alcanzó desde dicha estructura vial construida en 1961 hasta el Hospital México, debido al desprendimiento de una platina situada sobre la capa de rodamiento a mitad del puente.

Se trataba de una hendija de 12 centímetros y un desnivel de 5 centímetros, que golpeaba las llantas y compensadores de los carros que viajaban de San José hacia Alajuela.

Reproduzco un párrafo de aquella nota: "Ingenieros del Consejo Nacional de Viavilidad hicieron una evaluación y determinaron que era un problema superficial, por lo que se habilitó el paso y hoy, una vez que pase la hora pico, se realizará la reparación definitiva", afirmó Marín (se refería a don Germán, director de la Policía de Tránsito).

"Problema superficial" y "solución definitiva" que ha tardado según cómo usted prefiera el conteo: 2.822 días, 67.718 horas, 4.063.077 minutos o —para hilar aún más fino— 243.784.627 segundos.

En todo ese tiempo hemos escuchado hasta el cansancio promesas de "reparaciones definitivas", "trabajos de primer mundo", "ingenieros especializados", "diseños modernos", "esto lo reparamos sí o sí" y "¡ahora sí vamos en serio!", pero también "falló la reparación", "va de nuevo", "les pedimos armarse de paciencia", "es culpa del material", "este fin de semana habrá presas", "la tercera es la vencida", "no hay mal que por bien no venga", "recordemos que este país arrastra un atraso de 20 años en la modernización de su infraestructura"...

¿Y por qué traigo a colación al autor polaco Slawomir Mrozek, escritor, entre otras obras, de Juego de azar, La vida difícil, Dos cartas, El árbol, El pequeño verano, Huida hacia el sur, El elefante y La vida para principiantes? Porque precisamente en el último de estos libros incluyó un cuento breve al que tituló El agujero en el puente, que trata de dos pueblos: uno situado a la izquierda y el otro a la derecha de los extremos de un puente.

Resulta que un día apareció un hueco —no una platina desprendida— en el puente, lo cual generó disputas y enemistades entre ambas comunidades pues cada una de ellas se creía más importante que la otra y consideraba, por lo tanto, que eran los otros quienes debían asumir la reparación.

El tiempo transcurría y nadie cedía. Sin embargo, un buen día el carro de un viajero cayó en el hoyo y se le rompió el eje; el hombre, furioso, preguntó por qué nadie había solucionado ese problema; cuando le explicaron la razón manifestó su interés en comprar el agujero y fue entonces cuando los dos pueblos se fajaron a arreglar el puente.

La reparación se realizó en un abrir y cerrar de ojos. Ni lerdas ni perezosas ambas comunidades buscaron al viajero para que les pagara el hueco. Y esta fue su respuesta: "¿Qué agujero? Yo no veo aquí ningún agujero. Hace tiempo que busco un agujero para comprar, estoy dispuesto a pagar por él un dineral, pero vosotros no tenéis ningún agujero para vender. ¿Me estáis tomando el pelo o qué?" Luego abordó el vehículo y se marchó.

Imagino el relato mordaz, picante, burlón, socarrón e incisivo que hubiera escrito Slawomir Mrozek sobre la platina. Posiblemente le hubiera recordado a nuestros gobernantes que el nuevo Estadio Nacional fue construido por los chinos entre marzo del 2009 y diciembre del 2010, además de afirmar que en Costa Rica no existen políticos platino, sino platina.