La tercera ronda

No es un pulso entre dos participantes para que gane solo uno, sino entre muchos para que ganemos todos

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La tercera ronda no está programada, pero es urgente. No es electoral, pero sí política. No la convoca el Tribunal Supremo de Elecciones; el llamado lo hace el país. No es un pulso entre dos participantes para que gane solo uno, sino entre muchos para que ganemos todos. No hay que invertir millones de colones en ella; basta con una generosa inversión de tiempo y voluntad. No es una cita con las urnas, pero sí con el diálogo y la negociación en pro de tomar decisiones importantes (algunas), urgentes (otras) y necesarias (muchas).

En efecto, es la ronda de las alianzas serias, los tratos maduros, los acuerdos inteligentes, los convenios razonables, la concertación bien intencionada, la conciliación sensata, la discusión reflexiva, el debate fructífero, el pacto constructivo, la discrepancia de altura, la propuesta visionaria, las decisiones estratégicas, la disputa elegante, las objeciones bien fundamentadas, las posiciones responsables.

Por ende, no es el turno del monólogo arrogante, la inflexibilidad irracional, la imposición populista, la palabrería demagoga, la cantaleta que entraba, el discurso hueco, la conversación sin sentido, la pose para las cámaras, la confrontación eterna, los shows mediáticos, el circo nuestro de cada día, la oposición irresponsable, el cálculo disfrazado de interés nacional, la actitud mezquina, la polémica gratuita, el conflicto para las graderías, la venganza burda, la actitud miope, el compromiso sin honrar, el bloqueo absurdo.

Los retos, problemas, rezagos, amenazas, desafíos y oportunidades que el país tiene ante sí demandan un esfuerzo importante en materia de flexibilidad, visión, seriedad, responsabilidad, altruismo, confianza, humildad de todos los sectores de la sociedad.

¿Será posible que la tercera ronda sea la del diálogo y la negociación?