Los Habladores

¿Qué pasó con ese matrimonio tan critico, inmaculado, dueño de la verdad y que se deleitaba hablando de la palabra cambio?

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De repente don Hablador se quedó sin voz. De pronto su esposa, doña Habladora, ya no habla... ¿Qué pasó?

Todos recuerdan a don Hablador, siempre con una crítica a flor de labios (para lo que fuera), la cabeza llena de soluciones (para todos los problemas habidos y por haber), el dedo puesto en la llaga (en todo momento), sentando cátedra (en cuanto foro fuera invitado), dando lecciones de gobierno (en la radio, la televisión, el periódico), dictando cómo proceder (ante cualquier situación), pidiendo cabezas (por razones de peso y por motivos populistas), analizando la realidad (como dueño de la verdad).

Igual doña Habladora. En todo momento detectando errores (y haciéndolos más grandes), escarbando en busca de tropiezos (para denunciarlos en conferencia de prensa), predicando diálogo (aunque fuera una mera pose), exigiendo negociación (en ocasiones por pura demagogia), tirando piedras (con techo de vidrio), con el bolso lleno de recetas y fórmulas mágicas (para todos los males), señalando ("a los mismos de siempre"), con aires de mesías (los demás son demonios).

Todo un espectáculo también cuando los esposos Habladores se sentaban a tomar café y hablar de cambio, transformación, forma diferente de hacer las cosas, golpe de timón, aires frescos, transparencia, pureza, claridad, seriedad, consistencia, organización, planificación, estrategia, desarrollo, norte definido, puertas abiertas...

Repito: de repente don Hablador se quedó sin voz. De pronto su esposa, doña Habladora, ya no habla... La realidad los dejó mudos.