Yo me encontraba en la acera de la escuela Joaquín García Monge, en Desamparados, como parte de un recorrido que hice ese día por distintos centros de votación.
De repente apareció José Merino del Río, fundador del partido Frente Amplio y con quien siempre tuve una relación cordial, amena y respetuosa. Como siempre, nos saludamos con un fuerte apretón de manos.
Como muchos recordarán, aquella fue una campaña electoral arduamente disputada, no tanto entre los dos candidatos favoritos —Óscar Arias Sánchez, del Partido Liberación Nacional, y Ottón Solís, del Partido Acción Ciudadana—, como entre quienes apoyaban la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC) y quienes se oponían a ese acuerdo.
La conversación con Merino fue amenizada por las pitoretas de los vehículos que no cesaban de circular frente a la García Monge con banderas y ciudadanos entusiasmados.
--He notado hoy mucha presencia de simpatizantes del PAC en las calles --le comenté a Merino--.
--Lo cual quiere decir que va a ganar Liberación --respondió--. Es la historia de siempre: los demás partidos se la pasan haciendo bulla en las calles el día de las votaciones, mientras los liberacionistas se enrrollan las mangas y trabajan sacando a sus partidarios de las casas y llevándolos a votar. Son expertos en conseguir votos. Tienen la maquinaria bien afinada. ¿Cuándo irán los otros partidos a aprender la lección?
Los resultados electorales le dieron la razón a Merino. Más vale voto en urna que ciento pitando...
Esta mañana recordé ese episodio y me hice dos preguntas: ¿En qué estado se encontrará la maquinaria del PLN para los comicios de este domingo? y ¿Habrán aprendido la lección los otros partidos?
Ya veremos...