Me preocupa Costa Rica

¿Cuánto tiempo más vamos a seguir en este juego? ¿Hasta cuándo este nivel de inconsciencia e irresponsabilidad? ¿Cuándo vamos a ponernos serios?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

No estoy alarmado, sino preocupado. Tampoco histérico, pero sí alerta. Mucho menos apocalíptico, aunque sí intranquilo. No padezco insomnio toda la noche, mas me desvelo a ratos. Tampoco pronostico tormenta, aunque sí percibo indicios. No he perdido la esperanza, pero cada vez me cuesta más ser optimista. Para nada estoy paralizado, pero sí tengo tensos los músculos. No grito ¡naufragio!, mas tampoco me quito el chaleco salvavidas.

En resumen, estoy inquieto por Costa Rica.

Me produce desasosiego ver tantas señales de peligro en la vía de la estabilidad y el bienestar y constatar al mismo tiempo la pasividad o lentitud con que reaccionamos y actuamos para enfrentar las amenazas. Me agobia ver que no pasamos de las palabras a los hechos, de los diagnósticos a las acciones, de los discursos a los hechos concretos, de la politiquería a los acuerdos, de los problemas a las soluciones.

Sí, me perturba la indolencia nacional; la flojera de creer que las dificultades se solucionan solas. Y mientras tanto, nos la pasamos jugando a Pilatos, lavándonos las manos y heredándoles a otros culpas, decisiones y responsabilidades; a Sísifo, empujando eternamente los desafíos hasta la cumbre de la montaña para luego dejarlos caer y empezar de nuevo, y a Las mil y una noches, frotando sin cesar la lámpara maravillosa para pedir y exigir más beneficios y privilegios a costas de las ya anémicas finanzas públicas.

Imposible no reproducir algunas de las palabras del filósofo español Constantino Láscaris (1923-1979) en su libro El costarricense, publicado por Educa: "Quizá esquematizando demasiado, tengo la impresión de una gradación intencional en tres palabras fundamentales de la habladera costarricense. Son: ahora, ahorita y ahoritica. Si se pide o ruega algo, y el aludido tiene intención de hacerlo, la respuesta es ahora. Si duda y no está muy convencido, responderá ahorita. Si no piensa hacerlo, como es muy cortés y decir que no sería una grosería, responderá: ahoritica. Este doble diminutivo, que aparenta una intensificación del ahora, lo deja en la total vaguedad de la indeterminación".

Hemos perdido al país del ahora, que tuvo el valor y la visión de ejecutar cambios y reformas, y lo hemos reemplazado por la nación del ahorita y el ahoritica.

¿Cuánto tiempo más vamos a seguir en este juego? ¿Hasta cuándo este nivel de inconsciencia e irresponsabilidad? ¿Cuándo vamos a ponernos serios?

Disculpen el desahogo, pero me preocupa Costa Rica. No pronostico tormenta, aunque sí percibo indicios: déficit fiscal, desempleo, proteccionismo, retroceso en la ruta de la apertura de la economía, condonaciones de deudas, falta de acuerdos políticos...