No necesitamos un payaso en Zapote

Todo está bien siempre y cuando la pe de payaso no se mezcle con pe de política, parlamentario y mucho menos con la de Presidente

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Un payaso nos hace reír, aunque sea por unos minutos; divierte, de manera efímera; ayuda a olvidar los problemas, durante la función; desconecta de la realidad, con ocurrencias; "anestesia" los desafíos, diciéndonos lo que queremos oír en vez de lo que necesitamos escuchar; le inyecta sedantes a las penas, con su rostro de colores y su risa de guasón; nos hace gozar, tanto que se nos salen las lágrimas y sentimos que nos quedamos sin aire.

No podría ser de otra manera puesto que es un actor, comediante, gracioso, cuentista, farandulero, bufón, bromista, arlequín, pícaro, hazmerreír, jocoso, burlesco, socarrón e histrión.

En Costa Rica hemos tenido —entre otros— a "Chicharrón", "Trompetín", "Saltarín", "Lulú", "Divadín", "Benito", "Manito", "Pompin", "Pipufo", "Pitoreta", "Palillo" y "Jonjoly".

Por lo general, estos personajes de ropas holgadas y zapatos enormes, forman parte de circos, fiestas de cumpleaños, celebraciones empresariales, parques, teatros y han ocupado un lugar importante en la televisión; solo para mencionar algunos casos: el "Guasón" de Batman, "Bozo", "Krusty" el de los Simpson y el trío español conformado por "Gaby", "Fofó" y "Miliki".

La fortaleza del payaso de televisión está en su capacidad de comunicación. Debe tener amplio dominio de la retórica. verbo encendido, oratoria demagoga, grandilocuencia populista, palabrería complaciente con la audiencia, elocuencia prefabricada y verborrea hueca pero que aparente tener contenido. Es decir, un charlatán capaz de convencer.

Todo eso está bien siempre y cuando la pe de payaso no se mezcle con pe de política, parlamentario y mucho menos con la de Presidente. Lamentablemente, Costa Rica puede aportar algunos ejemplos de payasos políticos o políticos payasos, especialmente en materia parlamentaria, pero también hay que tener presente el reciente caso al norte del continente y otro —con más años— al sur.

Costa Rica tiene ante sí problemas, retos y oportunidades pospuestas durante muchos años; por lo tanto, necesita —pensando en las próximas elecciones nacionales— un presidente valiente, decidido, negociador, que rompa de una vez por todas con ese hábito de patear la bola hacia adelante, que se deje de excusas, y no un oportunista que Juega De Cristo, un Juglar De Cantaletas, un Juanvainas De Cimarrona, un Jinete De Caballitos (de palo), un Jetón Demagogo Conocidísimo.