Administración Solís: ¿casa de cristal con vidrios polarizados?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Al final se rompió el hilo por lo más grueso: el asesor de imagen del gobierno, Iván Barrantes, decidió separarse del cargo ad honorem que ostentaba en Casa Presidencial ante la creciente polémica por el claro conflicto de intereses que involucraba su asesoría gratuita al presidente, al tiempo que realizaba trabajos remunerados para empresas privadas (que él se negaba a identificar). La polémica, justo cuando están por cumplirse los primeros 100 días de la administración Solís, deja un mal sabor de boca sobre los supuestos aires de cambio que este gobierno iba a traer.

Y es que este episodio lo vimos una y otra vez en la administración Chinchilla: sale a relucir un caso donde un funcionario o consejero cercano al presidente incurre en una falta ética o situación de conflicto de intereses. La presión crece para que esa persona se separe del cargo, pero el gobierno lo defiende a toda costa. El mandatario no da la cara a la prensa para referirse sobre la polémica. Finalmente, el implicado renuncia no sin antes haber desgastado innecesariamente la imagen del gobierno.

Desde que se hizo público el caso en los medios, atestiguamos una espiral de declaraciones pasadas de tono de Barrantes que terminaron por hundirlo ante la opinión pública. Curiosamente esto parecía no importarle a Barrantes, quien hizo su carrera en Chile como mercadólogo de refrescos y golosinas. Incluso en una entrevista para CRHoy, el ahora exconfidente del presidente dijo enfáticamente que no le importaba la opinión pública. ¿Qué clase de asesoría de imagen le estaba preparando al gobierno si no le importa lo que la gente piense?

En el proceso, también vimos señales inquietantes del gobierno en el manejo de la crisis: el ministro de la Presidencia (y obispo luterano) faltando a la verdad sobre si Barrantes contaba con una oficina en Zapote (dijo que no cuando hasta el mismo asesor había dicho que sí). Y el presidente, el mismo que mandó a cortar arbustos frente a Casa Presidencial dizque para mandar una señal de transparencia, no dio la cara durante toda la semana para referise a la situación. La "casa de cristal" que nos prometió don Luis Guillermo al inicio de su mandato parece que venía con los vidrios polarizados.

Esto aúna a una percepción de que el presidente Solís trajo su propia red de cuido a Zapote: primero fue el nombramiento de Melvin Jiménez como ministro de la Presidencia, a pesar de los claros vicios de inconstitucionalidad de la designación por su estado clerical —incluso señalado por el mismo abogado del Estado, la Procuradoría General de la República. Luego fue el caso de Mariano Figueres a la DIS, cuando el mismo Solís había dicho que su "hermano" no iba a ocupar ningún cargo en el gobierno —y a pesar de las promesas del PAC de cerrar esa dirección. También han salido a relucir las situaciones de la ex cónyuge de Jiménez y de la pareja sentimental de Figueres: la primera tentativamente nombrada en la Dirección del Instituto Profesional del Ministerio de Educación a pesar de no tener los requisitos para el cargo, ante lo cual el gobierno quiere que dicho puesto deje de ser nombrado por el Servicio Civil y pase a ser "de confianza". La segunda designada como viceministra de Economía, ramo en el que parece no tener mayor historial profesional.

El caso de Barrantes constituye el primer serio revés para el presidente Solís. Aplicando sus conocimientos mercadeando confites y gaseosas en Chile, Barrantes presumió sobre cómo vendió como un "producto" a Luis Guillermo Solís en las elección, a punta de rutas de la alegría, chonetes, "selfies", mejengas y cimarronas. Pero gobernar es muy distinto a una elección. La gente demanda un norte en la toma de decisiones del gobierno, y las acciones populacheras del "Presi" ya empiezan a caer mal. El confite está empachando y la gaseosa nos está empezando a dar cólico. Es hora de ponerse serios.