En defensa de una inflación cero

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Costa Rica está a las puertas de un hito sin precedentes en tiempos modernos: un año sin inflación. Desde 1980 nos acostumbramos a tener tasas de inflación anual de dos dígitos, con el respectivo efecto nocivo sobre el poder adquisitivo de los costarricenses (especialmente los más pobres). De ahí que sorprende ver a sectores de izquierda y derecha incómodos con la posibilidad de que el 2015 cierre sin inflación. Un artículo de opinión de Miguel Gutiérrez Saxe hoy en La Nación es prueba de ello.

Antes de entrarle a los argumentos de Gutiérrez Saxe, debemos recalcar (una vez más) que la inflación es un fenómeno estrictamente monetario. No es un mal que caiga del cielo o que escape del control de las autoridades. La inflación, definida como un aumento generalizado en los precios, se presenta cuando la cantidad de dinero que circula en la economía crece más rápido que la producción de un país. Ya que el Banco Central cuenta con el monopolio en la producción de dinero, el nivel de inflación es estrictamente responsabilidad de las autoridades monetarias.

(Pueden ver una excelente explicación sobre la inflación en este video de la Fundación Libertad y Progreso de Argentina).

La inflación es altamente regresiva. Un estudio realizado en el 2001 por los economistas William Easterly y Stanley Fisher analizó datos de 31.869 hogares en 38 países y encontró que "mediciones directas de mejoras en el bienestar de los pobres, como el cambio en su participación en el ingreso nacional, el descenso de la pobreza extrema, y el porcentaje de cambio en el salario mínimo verdadero, se correlacionaban negativamente con la inflación en las muestras entre países agrupados". La razón es sencilla: los ricos se pueden proteger de la inflación sacando su plata del país, recurriendo a divisas o adquiriendo activos. Los pobres, en cambio, no tienen manera de escudarse, por lo que ven a sus exiguos ingresos perder valor todos los años.

Volvamos al artículo de Gutiérrez Saxe:

Primero, su título refleja el simplismo del análisis que desarrolla posteriormente: "Baja inflación no es panacea". ¿Acaso existen las pomadas canarias en el mundo de la política económica? Por supuesto que no. No existe una sola política pública que, por sí sola, resuelva todos los males económicos y sociales que aquejan a un país. La pregunta que deberíamos hacernos es si un país con una inflación baja está mejor que uno con una inflación media o alta.

Segundo, Gutierrez Saxe incurre en un ejercicio olímpico de revisionismo histórico al achacarle la altísima inflación de inicios de los ochenta a "medidas de liberalización". No olvidemos que dicha crisis ocurrió durante la presidencia de Rodrigo Carazo Odio, a quien difícilmente se le puede acusar de haber sido un "neoliberal", como quiere hacernos creer Gutiérrez Saxe. La inflación de 1980-82 tuvo una causa ampliamente identificada: en lugar de reducir el gasto público y deshacerse de empresas estatales onerosas, Carazo eligió hacerle frente al rápido deterioro que experimentaban en ese momento las finanzas estatales mediante la impresión de dinero. Basta con revisar las estadísticas del BCCR sobre dinero circulante de esa época para comprobarlo.

Tercero, después de repasar lo traumático que fue ese episodio de alta inflación en Costa Rica hace 35 años, Gutiérrez Saxe inexplicablemente pasa a achacar muchos de los males modernos a la baja inflación actual, al decir: " Hoy tenemos bajas, muy bajas inflaciones, competitividad disminuida, alto desempleo, amplios recursos productivos ociosos, pobreza estancada, creciente desigualdad y escasa generación de puestos de empleo formal".

Aquí es importante destacar varios puntos:

a) Estas "bajas, muy bajas inflaciones" son muy recientes. No es hasta el 2009 que vemos una caída importante en los niveles de inflación (promediando anualmente 4,7% entre 2009 y 2014). En los 20 años antes al 2009, la inflación promedió 14% anual.

b) Un promedio inflacionario de 4,7% en los últimos años podrá parecer bajo para un país acostumbrado a inflaciones de dos dígitos, pero es de hecho una tasa alta si la comparamos con las de países desarrollados, donde las metas de inflación por lo general no exceden el 2% anual.

c) La inflación cero que se vislumbra en el 2015 es todavía más reciente. Achacarle a esta los múltiples males que vienen aquejando a Costa Rica por muchos años (" competitividad disminuida, alto desempleo, amplios recursos productivos ociosos, pobreza estancada, creciente desigualdad y escasa generación de puestos de empleo formal") como lo hace Gutiérrez Saxe no tiene sentido alguno.

d) Llama la atención que Gutiérrez Saxe ahora sí diga que en Costa Rica sufrimos de pobreza estancada. Cuando he dicho lo mismo en diversos foros (como muestra del fracaso del Estado asistencialista), Gutiérrez Saxe me ha contradicho diciendo que mediciones alternativas de pobreza sí muestran mejoras. ¿Entonces?

Tener un año sin inflación es un gran logro por el cual hay que felicitar a las autoridades del BCCR. ¿Será algo coyuntural? Este hito le incomoda a sectores de la derecha mercantilista y la izquierda keynesiana. Vimos, por ejemplo, cómo Oscar Arias le pidió al presidente Luis Guillermo Solís interceder para devaluar el colón y así regresar a la práctica de antaño donde el Banco Central subsidiaba a exportadores y banqueros con un tipo de cambio barato a costa de altos niveles de inflación que pagan los pobres.

Por su parte la izquierda keynesiana sigue persignándose en el credo trasnochado que una inflación más alta estimularía la demanda y por lo tanto ayudaría al crecimiento económico. No contemplan que una vez que el aumento de la inflación es incorporado en las expectativas de la gente, su efecto estimulante desaparece, lo que incentiva a las autoridades a aumentar aún más la oferta monetaria, generando mayor inflación.

El BCCR debe resistir a toda costa los cantos de sirena que, desde la diestra y la siniestra, claman por regresar a las épocas de alta inflación. Que este 2015 no sea una golondrina que no hizo verano.