Eurobonos: Un paquete de impuestos diferido

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Luego de una semana fuera de la oficina estoy de regreso y me puedo referir a un tema sobre el que algunas personas me han consultado por medio de las redes sociales: el de los eurobonos. La semana pasada la Asamblea Legislativa autorizó al Ministerio de Hacienda a endeudarse en el extranjero hasta por $4.000 millones (aproximadamente ¢2 billones, al tipo de cambio actual). El endeudamiento externo, el primero desde el 2004, es parte del Plan B de la admnistración Chinchilla para hacerle frente al déficit fiscal luego de que la Sala IV se trajera abajo el paquete de impuestos que impulsara con tanto ahínco. En realidad, los llamados eurobonos no son más que un paquete de impuestos indirecto que tarde o temprano tendremos que pagar , y cuyas consecuencias macroeconómicas podrían tener un impacto negativo a corto plazo en la economía nacional.

El tema es más sencillo de lo que parece: El Estado se endeuda casi que ¢1 por cada ¢2 que gasta. Para eso, el gobierno va al sistema financiero nacional y pide prestado. Ya que la cantidad de dinero en el sistema financiero es limitado, y que el Estado entra con todo a competir por recursos, esto disminuye la cantidad de dinero disponible para serle prestado a los consumidores y al sector privado, lo cual se traduce en tasas de interés más altas. Y al no tener acceso a crédito barato, las personas y empresas la ven a palitos para poder sacar un préstamo para construir una casa, ampliar una fábrica, comprar un carro, etc. Ante la vorágine de gasto desatada por la administración Arias–y que este gobierno no ha reducido–el endeudamiento interno del Estado ha empujado significativamente las tasas de interés hacia arriba: La Nación reportó el viernes que la tasa real para crédito productivo alcanzó el punto más alto en 6 años.

De tal forma, la administración Chinchilla ha optado por recurrir al endeudamiento externo (denominado en dólares, por supuesto), argumentando que cambiar deuda nacional que está por expirar por deuda extranjera (cuyo interés es más bajo que el local) disminuirá las tasas de interés en Costa Rica y beneficiará las finanzas estatales. Al menos ese era el cuento antes de que los llamados eurobonos fueran aprobados por la Asamblea Legislativa.

Sin embargo, no hay almuerzo gratis. Los eurobonos tienen múltiples problemas. Los dólares que entren al país como deuda deben ser cambiados a colones para que el gobierno pueda pagar sus obligaciones. Esto hará que haya una sobreoferta de dólares en la economía y que, por lo tanto, el valor de la moneda estadounidense caiga con respecto al colón. O, en otras palabras, el colón enfrentará presiones al alza. Recordemos que actualmente el tipo de cambio se encuentra pegado a la banda inferior de ¢500 y que el Banco Central ha dicho que si baja de ese umbral, intervendrá en el mercado comprando dólares para defender el piso cambiario.Y para comprar los dólares, el BCCR imprime colones que entran a la economía a diluir el valor del dinero que ya circulaba, generando inflación.

El Banco Central puede evitar que esos colones recién impresos lleguen a la calle y generen inflación pidiéndole a los bancos que le compren bonos en un monto similar al emitido. Sin embargo, la única manera en que el BCCR puede pagar los intereses (y eventualmente el principal) sobre esa deuda que ha contraído con los bancos es emitiendo colones, por lo que la amenaza de una mayor inflación sigue vigente. Como señala German Felipe Vega en unartículo reciente en La Nación, los eurobonos obligarían al BCCR a “recoger” anualmente 10 veces más dinero del que emitió en todo el año pasado, lo cual sin lugar a duda generará más inflación–la cual, no olvidemos, es el impuesto más regresivo de todos.

Por otra parte, al aumentar la inflación, también aumentan las tasas de interés. De tal forma que cualquier beneficio en la caída de las tasas de interés producto de que el Estado ahora se está endeudando en el exterior se ve contrarrestado por el aumento de las mismas vía un alza en la inflación. De ahí que no es casualidad que las autoridades “vendieron” los eurobonos a los diputados con la promesa de que reducirían las tasas de interés, pero una vez aprobado en primer debate el presidente del Banco Central, Rodrigo Bolaños, salió a decir que “el efecto más importante es quen [las tasas de interés] no suban”. Es decir, seguiremos pagando caro el crédito, y el gobierno estará más endeudado.

Los problemas no terminan ahí. A diferencia del endeudamiento interno, denominado en colones, los eurobonos es endeudamiento denominado en dólares. Esto quiere decir que, en el futuro, de haber una devaluacióndel colón, el monto real de la deuda aumentaría. En este momento en que el tipo de cambio se encuentra pegado al piso de ¢500 (y ciertamente la entrada de los dólares de los eurobonos lo mantendrá ahí por varios años), dicho riesgo es casi que nulo. Sin embargo, nadie puede garantizar que en un mediano plazo el colón reanude su devaluación histórica frente al dólar y que, por lo tanto, el peso de la deuda externa aumente.

De tal forma que los eurobonos no son más que un paquete de impuestos diferido. El gobierno recibirá una enorme cantidad de dinero que podrá gastar a tiempo para las elecciones del 2014 con la misma sapiencia y honestidad que ha demostrado hasta ahora. Eventualmente esa deuda la pagaremos mediante más impuestos, pero la consecuencia a corto plazo del endeudamiento será una inflación más alta. Y el gran beneficio que nos prometieron (una baja en las tasas de interés), no ocurrirá. La mejor alternativa, por supuesto, habría sido que el gobierno redujera significativamente su gasto de tal forma que no necesitara recurrir a más endeudamiento, ya sea interno o externo. Pero esperar eso de la administración Chinchilla sería como pedirle peras al olmo.