La política de fomento pyme debe contar con estos elementos

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Ahora que ya casi se cierran dos procesos electorales en Centroamérica, es importante plantear cuales deberían ser los elementos mínimos que deberían tener las políticas de fomento a las pequeñas empresas. En ese sentido, debemos considerar que la mayoría de las empresas nacen en la informalidad, por lo que es necesario generar acciones orientadas también hacia este importante segmento.

Sin embargo, es necesario señalar que la informalidad -por lo general percibida con una connotación negativa en tanto evade la legislación o “compite deslealmente” con las empresas formales- es parte del proceso de desarrollo de las empresas. Es decir, las empresas nacen en esa condición porque primero buscan ver si su propuesta de negocios es viable, y si lo es, el negocio empezará a crecer y los clientes aumentarán hasta hacer visible el negocio, también para el Estado. En ese momento, la formalización será necesaria. Hay otro grupo, muy numeroso de empresas que simplemente no crecerá, lo que se denomina “empresa de subsistencia”. Existen investigaciones a nivel internacional que señalan que del 100% de las microempresas (el grupo más numeroso de empresas), solo el 25% tiene oportunidad de dar saltos en su desarrollo, es decir, el 75% se mantendrá en una situación muy básica. De ahí que la política tributaria hacia las empresas también tiene que considerar esta realidad. De esta forma, presentamos algunas consideraciones básicas en las políticas de fomento empresarial:

  1. Una política de fomento emprendedor selectiva: no es cierto que todos podemos ser empresarios. Todas las personas tenemos cualidades emprendedoras pero de ahí que podamos desarrollar y hacer sostenible (es decir, con crecimiento constante) un negocio es otra cosa. Si podemos entrenar a las personas para que puedan conocer de mercadeo, y finanzas como para instalar un pequeño negocio, pero el hacerlo crecer y aprovechar las oportunidades del mercado solo será posible para algunos. El resto será lo que se denomina, un microempresario de subsistencia. En esa línea se debe tener en cuenta que el Estado cuenta con recursos escasos, por lo que si va a apoyar a potenciales empresarios deben ser personas convencidas de sus habilidades y no quienes solo esperan que mejore la situación del empleo para dejar su emprendimiento.
  2. Exoneración tributaria pyme al inicio: Aunque es cierto que la presión tributaria es baja, es necesario contar con más información sobre quién y cómo se genera. Sabemos que del 100% de las microempresas, solo el 25% tiene oportunidad de crecer, es decir, por lo que el 75% se mantendrá en una situación de subsistencia. Dado que las empresas nacen muy pequeñas, el cobrarles impuestos desde el inicio difícilmente equilibrará las finanzas públicas pero si tendrían un impacto (quizás) fatal en la viabilidad del negocio en sus inicios. En cambio, exonerándola (por ejemplo), en su primer año de impuestos (pero presentando declaraciones como parte de una cultura de fiscalización), aumenta la probabilidad de supervivencia y por tanto, su viabilidad como empresa pagadora de impuestos.
  3. Herramientas selectivas de fomento: no es posible ofrecer capacitación / asistencia a cualquiera que la demande. Los recursos son escasos y necesitamos aumentar las probabilidades de que el resultado de ese esfuerzo se convierta en empresas en crecimiento. Esto supone identificar empresas, sectores y regiones que interesen particularmente promover.
  4. Nuevas formas de financiamiento e incentivos: Si bien es cierto que para las pequeñas empresas es más difícil obtener capital que para las grandes, esto debe generar en el sistema financiero otros mecanismos de análisis de viabilidad que los tradicionales de solicitar garantías. En muchos países, los contratos firmados de las empresas son elementos válidos para hacer efectivo un crédito. De otro lado, los incentivos deben estar basados en las políticas del Estado, ¿que industrias se quiere promover? Para así también dar señales a las empresas respecto del destino de la inversión.
  5. Simplificación: está más que demostrado que las empresas no se formalizan porque el trámite sea simple, sino porque es parte de su proceso de desarrollo. Simplificar trámites es una obligación del Estado para facilitarle la vida a los ciudadanos, pero no se debe creer que el trámite fácil aumente la formalización. Las empresas se formalizan cuando empiezan a crecer, tener clientela estable y creciente y finalmente, cuando sus clientes “empiezan a solicitarles factura” porque su monto de compra es considerable.

En razón de lo anterior, la siguiente reflexión final. Generar mayor dinamismo económico, o en otras palabras, que la economía crezca fortalece la economía en varios sentidos, la formalización es uno de ellos. El crecimiento económico implica incremento de la demanda, el consumo y por tanto, de las necesidades de bienes y servicios de la economía. Ello fortalece las posibilidades de expansión de las empresas. Las informales también se benefician de este proceso y si el crecimiento es estable, obliga a las pequeñas empresas a tomar decisiones que involucran el mediano plazo.