¿Una Política de Fomento MIPYME debe tener Carácter Territorial?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

¡POR SUPUESTO! No es posible desarrollar a las empresas de un país sin pensar en los territorios. No importa el enfoque; sectorial, actividad, inversión doméstica, extranjera o mixta, etc., en donde se generan las actividades económicas es en los territorios. Probablemente en las actualidad muy concentrados en las capitales o las ciudades principales, pero siempre en los territorios.

Sabían ustedes que la mayor parte de las grandes empresas –sobre todo multinacionales- se concentran de forma casi exclusiva en la capital y las grandes ciudades (solo las extractivas o agroindustriales se encuentran en zonas no centrales). Sin embargo, las micro, pequeñas y hasta las medianas empresas se encuentran mucho más distribuidas territorialmente que las grandes. Por lo tanto, su aportación al empleo, además es descentralizada y por tanto, es un elemento de democratización del ingreso.

También observamos que el crecimiento económico y la generación de empleos se concentra en el área metropolitana (con la excepción de la industria extractiva y el agro); en algunos países se han concentrado además en ámbitos específicos (como el comercio internacional), o en sectores específicos (como la tecnología de información y comunicación), incluso zonas específicas (zonas francas). Y aunque mucha gente que este tipo de enfoque de crecimiento es “moderno” (por los sectores o mercados en los que se involucran), no deja de ser un modelo de fomento tradicional, fuertemente concentrado en la capital y en los sectores que llaman, los “más dinámicos”, pero en donde el componente de aportación doméstica es marginal, así como la ganancia efectiva. Además, en algunos casos los capitales ni siquiera son domésticos, con lo que el resultado para los países se reduce a los salarios y algunos impuestos (cuando no se instalan en zonas francas). Un modelo de este tipo ha funcionado (y funciona) en muchos países de la región, genera empleo e ingresos. Sin embargo, y suponiendo que ese es el modelo que se quiere de cara al futuro, ¿es un modelo inagotable o es necesario dar pasos activos hacia una estrategia de crecimiento sostenible? O bien se puede señalar, ¿en qué momento el crecimiento va a permear a otros sectores, actividades o regiones?

Si bien es cierto, no podemos dejar de reconocer que América Latina es una economía dual (donde convive un pequeño segmento de empresas muy dinámicas con un amplio sector de empresas tradicionales y rezagadas), son aun pocos los casos en donde los sectores dinámicos trabajan conjuntamente con los rezagados. Existen planteamientos y experiencias aisladas sobre el tema y donde los aportes son aun marginales en la cadena de valor. La mayoría de empresas grandes ya cuenta con una cadena desarrollada (y probada a lo largo del tiempo), y sería solo que a nivel local las mipymes puedan competir con ellas (probando su eficiencia y cumplimiento), una forma de poder integrarse en cadenas globales de valor. Esta no deja de ser una opción interesante que vale la pena seguir desarrollando, convenciendo a grandes empresas de trabajar con pequeñas.

¿Pero qué tal si es posible avanzar en una estrategia de fomento (la anterior o cualquier otra), con un enfoque territorial? En muchos territorios existen actividades tradicionales que se han convertido en su bandera: los alfajores de Bariloche (Argentina), el queso Turrialba (Costa Rica), y así muchos otros. Experiencias como las de “un pueblo, un producto” que llegó a América Latina desde El Salvador, es también un mecanismo para dinamizar la actividad económica de las micro y pequeñas empresas alrededor de un producto bandera regional. Lo que Europa logró con la ropa (Benetton), América Latina puede hacerlo con la comida. Este es solo un ejemplo de cómo los territorios pueden ser fuente de innovación y dinamismo económico. ¿Acaso no podemos identificar otras experiencias de desarrollo endógeno?

Pd. Aprovecho de saludar a todo el equipo de la Red de Desarrollo Territorial de América Latina y el Caribe, conocida como la RedDete y liderada por Paco Alburquerque, por la publicación de la Revista Desarrollo y Territorio, edición 0 (que puede ver en el siguiente vínculo) http://red-dete.org/revista-desarrollo-y-territorio-edicion-0/ Saludos y éxitos!