Dieta de eliminación: la respuesta para síntomas que no mejoran

¿En qué consiste este plan? Se trata de eliminar diferentes tipos de alimentos durante un período de tiempo y luego reintroducirlos en un “desafío” guíado y monitoreando los síntomas

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

¡Qué común es para nosotras en el Centro de Nutrición ver pacientes con diversos tipos de síntomas que sienten que han hecho de todo para mejorar y nada funciona!

Por ejemplo, escuchamos mucho hablar de mente nublada, fatiga, dolores de cabeza, dolores articulares, ansiedad, síntomas de depresión, problemas digestivos, molestias respiratorias, insomnio o hasta condiciones dermatológicas como acné. ¿Está usted en la lista de personas que padecen con frecuencia de alguna de las anteriores? ¿Se ha puesto a pensar que los alimentos que consume podrían ser los responsables de que usted no mejore? Hoy quiero contarle de una herramienta nutricional sumamente efectiva que puede hacer que estas molestias queden en la historia, se trata de la “dieta de eliminación”.

A menudo pensamos que las reacciones a los alimentos siempre van a ser como las reacciones alérgicas rápidas (como cuando una persona tiene una reacción anafiláctica al comer maní y su garganta se hincha). Sin embargo, hay otras formas en que nuestro organismo puede reaccionar a los alimentos que pueden no ser tan inmediatas.

Por ejemplo, podría ser que al momento de comer mariscos usted no percibe ninguna reacción, pero uno o dos días después, empieza a tener algún síntoma como dolor de cabeza o algún problema digestivo. Estos alimentos “peligrosos” o “detonantes de síntomas” no son los mismos para cada persona, por lo cual se utilizan diferentes métodos para identificarlos y la dieta de eliminación es uno de los métodos más confiables.

¿En qué consiste este plan? Como su nombre lo dice consiste en eliminar diferentes tipos de alimentos durante un período de tiempo y luego reintroducirlos durante un período de “desafío” guíado y monitoreando los síntomas. Dentro de los alimentos eliminados usualmente se encuentran lácteos, gluten, semillas, huevo, algunos aditivos entre otros. La mayoría de las veces las personas reportan un aumento de energía, alerta mental, disminución del dolor muscular o articular y una sensación de mayor bienestar al realizar esta dieta.

Este proceso es seguro siempre y cuando sea guiado por un profesional que se asegure que durante la fase de eliminación usted consuma una variedad de alimentos que proporcionen todos los nutrientes esenciales. No es recomendable realizarla sin supervisión ni acompañamiento.

Si usted cree que es candidato para realizar una dieta de eliminación, lo ideal es que la inicie en un tiempo de pocos paseos, viajes, etcétera; debido al detalle que hay que tener con los alimentos que se consuman; la reintroducción de un alimento antes de tiempo puede generar que se tenga que volver a iniciar el proceso.

Si le gustaría hacerla pero no es la mejor época, puede empezar trabajando con la nutricionista el período de preparación para la dieta que consiste entre otras cosas en un monitoreo de síntomas y desarrollar estrategias para las etapas siguientes.

La dieta de eliminación es un cambio de rutina desafiante, pero divertido que lo hará conocer mejor su organismo, en definitiva es una excelente opción para mejorar su sensación de bienestar. Para más información de este tema puede contactarnos por medio de la página www.centrodenutricion.co.cr o a través de nuestras redes sociales.

Referencias

Lomer MC. Review article: the aetiology, diagnosis, mechanisms and clinical evidence for food intolerance. Aliment Pharmacol Ther. 2015;41(3):262-275. doi:10.1111/apt.13041