¿Universidad para la Vida?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Imagine que se levanta un día y de pronto, la vida le trae un imprevisto grande. Lo que yo llamo un estresor externo, y éste, es tan importante que cambia su vida por días, meses, años, o incluso para siempre.

Ser una persona adulta y estar vivo, nos expone a un sinnúmero de estresores externos: muerte o enfermedad de un ser querido, despido laboral, separación súbita de nuestra pareja, por mencionar algunos ejemplos.

¿Cómo se prepara uno para estos eventos? Al final, estar vivo es estar expuesto a éstos y sin embargo no hay escuela, carrera, entrenamiento para esto.

Lo que he aprendido y lo que me motiva a escribir sobre el tema hoy, es que frente a situaciones adversas, hay algunos recursos internos que funcionan.

  • Pensar de una forma optimista: “voy a salir de esto, esta es una situación temporal, voy a estar mejor, vamos a estar bien...” no siempre resulta lo que uno desea, pero muchas veces, ante este tipo de situaciones, pensamos y sentimos los peores escenarios, sin que estos sean ni viables, ni correctos. Escenarios catastróficos generalmente, son producto de una mente tratando de adelantarse, al elemento sorpresa. Es mejor, ante estas situaciones, no alimentar pensamientos catastróficos sobre factores que no están en nuestro control y que nos debilitan mucho más que lo que nos protegen o preparan.
  • No pensar que Dios se ha ensañado, o que tenemos mala la suerte (o la vida se ha ensañado con nosotros): pensar así, no sirve para nada, además nos baja la moral y la resistencia para luchar ante la adversidad.
  • Adaptarse a la situación para resolver: esto significa no abandonarse a las emociones, dejarse llevar por las mismas, sino manejarlas para lidiar con la crisis. Si nos ponemos a gritar porque encontramos a un familiar inconsciente en nuestra casa, en vez de llamar al 911 probablemente seremos menos efectivos en una situación crítica. Las emociones son importantes y no deben suprimirse ni evadirse, pero en momentos de crisis, deben aprender a manejarse.
Siempre de cara a la adversidad es importante contemplar y agradecer todo lo bueno con que se cuenta y finalmente, pensar que nada es para siempre.

Ante situaciones adversas ¿qué enseñanzas tiene para compartir?