Arias, los jóvenes y el futuro de Costa Rica

Nuestros representantes no son necesariamente los más brillantes y honestos ciudadanos con los que cuenta Costa Rica

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Hace poco más de una semana el dos veces Presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Doctor Óscar Arias Sánchez, anunciaba que desistiría de participar en la contienda electoral del 2018, lo hizo queriéndose dar un aire de magnanimidad que le ha caído muy bien a un grupo de sus seguidores, no así a una buena parte de ellos que esperaban subirse al bus arista para ocupar nuevamente, o por primera ocasión, alguna posición gubernamental. Estos últimos gastaron buena parte de los últimos meses en las presas hacia Rohrmoser.

El desinterés y bondad con el cual se pretende ungir Arias radica en el acto de "hacerse a un lado" en la política y ceder ese espacio, ¿su espacio?, a los jóvenes, pero no a cualquier joven, sino sólo a aquellos brillantes y honestos.

La invitación que hace el expresidente es completamente deseable y de tener asidero serviría de ayuda y apoyo para sacar a nuestro país del atolladero en el que se encuentra, sin embargo, cabe la pregunta: ¿una persona joven, brillante y honesta se involucraría en la política?

Vayamos más allá, ¿una persona brillante y honesta -quitemos eso de que sea joven ya que raya cerca de esas cuotas de género que abundan actualmente y que terminan imponiendo en no pocas ocasiones a candidatos menos idóneos- se involucraría en la política?

La simple observación de nuestros representantes en la Asamblea Legislativa, los Ministerios, Poder Ejecutivo, Municipalidades, entre muchos órganos con más o menos importancia política, nos indica que controlando los casos excepcionales, la norma es que estos representantes no sean necesariamente los más brillantes y honestos ciudadanos con los que cuenta Costa Rica. El nivel de frustración popular con ellos es prueba suficiente de esta situación.

¿Qué podemos hacer para cambiar esta dinámica?

Una dinámica que el mismo tiempo perdido en las presas hacia Rohrmoser por el grupo que mencionamos anteriormente constata, o sea, que es más importante a quién conoce, a cuál árbol se arrima o a que grupo pertenece, una persona, que las calidades propias de esa persona. Es importante mencionar que Arias no ha formado parte de esa solución, incluso hasta hace poco era un representante insigne del problema, aunque actualmente nos señala con buen tino hacia dónde debemos mirar (y actuar).

La solución a este problema o dinámica está en la competencia, ¡sí!, en ponerle competencia a nuestros políticos, en incentivar a las personas brillantes y honestas a participar en la política.

Arias tal vez nunca ha tenido que afrontar un problema que enfrentan la mayoría de las personas brillantes y honestas, ese problema de arreglárselas para ganarse el sustento diario. Una persona suficientemente brillante encuentra pocos incentivos en renunciar a una carrera profesional prometedora por irse a ganar unos cuantos pleitos durante cuatro años, y luego salir con "una mano atrás y otra adelante".

Por esos pocos incentivos es que terminamos con políticos que en su mayoría son todo lo contrario a brillantes y honestos. Políticos que se pueden caracterizar más por ser poco honestos con su currículum, por selfies que contrastan con su apariencia real, con historias "desgarradoras" de infancia que utilizan para ganarse el pobrecitico, o cualquier otra de esas tretas con las que buscan popularidad.

Semillero de Presidentes

Para renunciar a una carrera profesional prometedora hay que ofrecer algo a cambio, algo como una carrera política, esa posibilidad de que si una persona es suficientemente buena pueda permanecer en su puesto por muchos años, hasta que ella misma decida salir o los electores lo decidan por ella.

Para el caso específico de los legisladores es necesaria la elección directa y consecutiva, esa es la forma de incentivar a las mentes brillantes y honestas a aventurarse en la política, y hacer con esto a un lado a los políticos de siempre que nos tienen no sólo cansados sino en el estancamiento socioeconómico.

El capital humano que exhibe Costa Rica es de muy alta calidad, reportes como el de Competitividad Global resaltan nuestra preparación tecnológica, sofisticación de los negocios y capacidad de innovación, lo que tenemos que hacer es llevar parte de ese capital humano a tomar decisiones políticas.