Siempre fui melómana. Durante mi juventud hacía alarde de una extensa colección de vinilos con algunos ejemplares rarísimos que armé recorriendo disquerías de culto. Muchas veces lo que hacía más interesante ciertas ediciones era la inclusión de un bonus track: una pieza adicional e inédita cuya simple presencia le otorgaba a ese disco un nuevo significado y lo hacía más disfrutable.
Hoy es nuestra vida la que viene con bonus track.
Cuando nací, en 1970, la expectativa de vida en Costa Rica era de 66 años. Hoy es de 80,3. En cincuenta años –un periodo bastante breve en la historia de la humanidad– la vida se acrecentó aproximadamente un 20%. Más impactante aún es pensar que hace tan solo un siglo, en 1920, los costarricenses vivían en promedio 37 años. A esos años que se agregaron estudiosos del tema le llaman el "bonus track de la vida¨.
Nosotros hoy podemos transitar por una etapa adicional que no estaba incluida en las “versiones anteriores”, es decir, en las vidas de las generaciones que nos antecedieron.
El “bonus track de la vida” es un hecho que se esta dando en todo el mundo, y tiene grandes implicancias socio-económicas, pero también es una maravillosa oportunidad individual que cada uno de nosotros tiene al pensarse y proyectarse en el tiempo. Hasta hace muy poco, lo que venía luego de cruzar la barrera simbólica de los cincuenta solía ser una etapa de cierres y ocasos. Hoy en cambio esa etapa comienza a ser considerada como un punto de inflexión en el que muchos gestan nuevos comienzos. Cada vez más vemos personas que eligen volver a estudiar, cambiar de carrera, divorciarse o comenzar una nueva relación.
Hoy la vida dura más y así como un bonus track le confería un nuevo significado a todo un disco, estos nuevos años que se agregaron a nuestras vidas resignifican de qué manera vivimos nuestro presente y diseñamos nuestro futuro para hacer de lo que viene algo tan o más interesante que lo que ya nos sucedió.