54% del total de ingresos (salarios + rentas) queda en las manos de solo 10% de los hogares: así crece la desigualdad en el país

¿Usted logra ahorrar durante el año? Si sí, hace parte de una pequeña minoría. La desigualdad crece en Costa Rica y afecta la capacidad de ahorro. Le explicamos la situación con datos actualizados.

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En Costa Rica la mayoría de ingresos que perciben los hogares provienen de los salarios; sin embargo, este rubro es uno de los indicadores donde se muestra mayor disparidad entre las familias.

Para el 2018, en el país se pagaron más de ¢16.100 millones por concepto de remuneraciones, de los cuales un 54% se concentró en el grupo de hogares de mayores ingresos (quinto quintil), mientras que a los del primer quintil solamente les correspondió un 3%.

La información se desprende del más reciente informe delPrograma Estado de la Nación (PEN), el cual plantea una fotografía de la realidad nacional en distintas aéreas.

En otras palabras, los ingresos de los hogares del quintil más alto superan 21,1 veces el promedio del primer quintil. De hecho, las remuneraciones del quinto grupo siguen siendo casi 10 puntos porcentuales más altas que la suma de los cuatro anteriores.

Alrededor de ¢218.000 mensuales era el promedio de ingresos que tenían los hogares de más bajos recursos en julio de 2022, de acuerdo con el informe del PEN.

La remuneración de los asalariados considera la retribución en dinero y en especie que pagan las empresas por el trabajo realizado y además incorpora las contribuciones a la seguridad social que pagan los empleadores.

Por otra parte, rentas de varios tipos son otro de los componentes de los ingresos. En el 2018, los pagos por este indicador fueron de ¢3.700 millones.

De este total, los hogares más ricos recibieron un 84,5%, mientras que los de menores ingresos apenas un 0,3%. Este componente presenta la mayor desigualdad según el componente de ingreso de las familias.

Programas sociales

Para tratar de menguar esta brecha, el gobierno implementa diversos programas sociales para atender a las personas, especialmente aquellas en condición de pobreza y pobreza extrema.

Específicamente, del total que se dirige a la educación, un 51,6% lo reciben los primeros dos quintiles; en el caso de la salud este indicador es de 39% para esos mismos grupos, con datos al 2018.

Si se compara el primer quintil con el quinto, la diferencia en transferencias en servicios de educación pública es amplia. El grupo de mayores ingresos recibió un 11% contra el 26% otorgado a los de escasos recursos.

Si bien estas transferencias tienen un impacto progresivo al aumentar el ingreso de los hogares más pobres, no logran compensar las desigualdades con otros quintiles.

Sin embargo, en los últimos años las inversiones estatales en programas sociales han mermado como parte de la política de reducir el gasto y enfrentar responsabilidades fiscales como el pago de intereses de la deuda.

“El Noveno Informe Estado de la Educación plantea que el país atraviesa la peor crisis educativa en muchos años, en parte debido a los recortes presupuestarios”, señala el PEN.

Desigualdad permea en la capacidad de ahorro

La alta disparidad de ingresos repercute en la capacidad que tienen los hogares para ahorrar, siendo los más pobres los más afectados. Además, la actividad económica en la que se desempeña el jefe de familia tiene un peso importante.

Los hogares cuya persona de referencia se dedica principalmente a las actividades inmobiliarias, administrativas, financieras y seguros o información, tienen las tasas de ahorro más altas (superior a 15%).

En contraparte, cuando el responsable del domicilio se dedica al servicio doméstico, actividades artísticas o recreativas, construcción, así como de hotelería y restaurantes, las tasas de ahorro son más bajas.

Además, el grupo de familias con ingresos más bajos tiene más dificultades para ahorrar porque necesita un 64% de sus ingresos para cubrir tres necesidades básicas: vivienda, alimentación y transporte, mientras que una familia en los estratos más altos destina el 44%.

También los hogares más pobres tienen menor capacidad de acceder a otros rubros como recreación, salud o educación privadas. De igual forma, son más propensos a recurrir al endeudamiento para hacerle frente a otras áreas de consumo.

El 2022 fue un año complejo para la economía nacional, pues la inflación alcanzó el 12%, y si bien afectó a todas las familias, el impacto no fue parejo. Golpeó con más fuerza a los hogares de bajos ingresos, los cuales destinan la mayor parte de su gasto a la compra de alimentos y bebidas no alcohólicas.

Estos incrementos sostenidos en los precios complicó aún más la posibilidad de que las familias del primer quintil pudieran economizar dinero. Para las de nivel socioeconómico medio o alto, el impacto inflacionario se sintió más en los servicios.

En el 2023 se comenzó a observar una reducción gradual en el crecimiento del costo de los alimentos que lentamente comenzó a reducir las presiones en el costo de vida para las familias.

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“En Costa Rica, la tasa de ahorro es negativa para todos los quintiles, con excepción del grupo que concentra los mayores ingresos. Cuando este indicador es negativo, refleja que en términos netos los hogares están consumiendo más que los ingresos recibidos en un año”, señala el informe del PEN.

Dicha tasa se calcula como la proporción del ingreso disponible de los hogares después de que se descuenta el consumo que realizan.

Comparación con otros países

En la edición 2023, el Informe compara el ingreso disponible ajustado —incluye el valor máximo de los bienes y servicios de consumo final que puede permitirse gastar un hogar sin reducir su dinero para disponer de otros activos ni aumentar su endeudamiento, más el monto de transferencias— de Costa Rica contra otros países.

Para ello se utilizó la metodología del “Grupo de Expertos en Disparidades de las Cuentas Nacionales” (EG-DNA, por sus siglas en inglés) de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la Oficina Europea de Estadística (Eurostat).

Costa Rica se encuentra entre los que tienen los niveles de desigualdad más elevados, siendo superado únicamente por México, cuando se analiza la relación del ingreso disponible ajustado entre los hogares de más alto y bajo ingreso respecto al resto de países que pertenecen a EG-DNA.

“En Costa Rica, el ingreso disponible ajustado es 7,4 veces mayor al que perciben los de menores ingresos… los países con menor desigualdad en las posibilidades de ahorrar son Francia y Reino Unido”, resalta el PEN.

El documento explica que si hay mucha diferencia entre lo que ganan y consumen las familias del quintil más alto respecto a las del quintil más bajo, el país enfrenta una desigualdad q afecta el crecimiento económico.