Adaptación al clima desafía al agro

Investigaciones de variedades más resistentes son largas y existe poco presupuesto

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La lluvia, generosa en los trópicos, ha sido la mejor amiga de la producción agrícola, que en Costa Rica representó el 9,7% del Producto Interno Bruto en el 2011.

No obstante, desde hace algunos años algo ha cambiado. A la lluvia caprichosa le ha dado por ausentarse cuando los campos sembrados la esperan. Como para compensar, cuando aparece, concentra su fuerza en periodos cortos de tiempo.

La factura ha salido cara a Costa Rica. Entre el 2006 y 2010, el país destinó más de $130 millones a la atención del sector agrícola en situaciones de emergencia.

Los pronósticos para la relación son reservados. Se estima que los efectos del cambio climático irán acentuando el comportamiento, y el sector agrícola busca opciones que le permitan mantener la productividad.

Vienen nuevas estaciones

Con los cambios en el clima, ya no hay pinta que valga. El Instituto Meteorológico Nacional (IMN) prevé que en cuestión de tres décadas este fenómeno evolucione hasta que Costa Rica llegue a experimentar dos veranos y dos inviernos.

Las tradicionales dos estaciones cambiarían a la sucesión de un periodo seco entre enero y abril; un mayo lluvioso; sol entre junio y agosto para cerrar con aguaceros en diciembre, según un estudio sobre cambio climático realizado por el IMN y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El fenómeno provocará además que se incremente el riesgo de inundaciones y sequías en diversos puntos del país.

Estos cambios se dejarían sentir con fuerza en las regiones costeras. Se espera que el golfo de Papagayo y la península de Santa Elena padezcan más en el escenario seco, debido a que los vientos alisios serían más intensos entre junio y agosto.

La fuerza de los vientos en este periodo incidiría en una mayor precipitación en Limón. Así, la vertiente atlántica estará más expuesta a amenazas por eventos lluviosos, según el mapa de amenazas climáticas comprendido en el estudio.

Este resume frecuencias e impactos de los eventos lluviosos y secos, y muestra un comportamiento histórico, según explica el estudio del IMN. Vea mapa "Frecuencia e impacto del clima en el agro".

Demasiada lluvia o muy poca

Aunque la amenaza sea mayor en determinadas zonas, los efectos del cambio climático se dejarán sentir en la producción agrícola de todo el país.

Todavía no hay acuerdo entre expertos sobre el cuándo. Para algunos como Miguel Cifuentes, investigador del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), estos efectos ya se perciben en el cultivo del café.

Sin embargo, para Diego Montenegro, representante en Costa Rica del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), todavía no hay suficientes estudios que permitan separar los efectos de fenómenos coyunturales, de los ocasionados por el calentamiento global.

El gran punto de coincidencia es la necesidad de emprender ya investigaciones y acciones que le permitan tanto a las grandes compañías como a los pequeños productores hacer frente al nuevo comportamiento del clima.

Hasta el momento, los mayores avances se han dado en la adopción de mecanismos de producción agrícola más amigables con el ambiente y que permitan en especial la reducción de emisión de dióxido de carbono.

Pero también se trabaja en encontrar las mejores formas de adaptar los cultivos y los procesos a los patrones de precipitación esperados.

El arroz nuestro de cada día

La producción de granos básicos como arroz, frijol y maíz deberán enfrentar un clima que tenderá a hacerse más seco.

Guanacaste, con varios cantones bajo amenaza de eventos como sequías, concentra el 33% del área sembrada con arroz en el país, y el 21% del terreno destinado al cultivo de maíz blanco, según datos del más reciente estudio de Infoagro. Este documento retrata el comportamiento de la actividad agropecuaria durante el 2011.

Cantones de Alajuela, como Grecia y San Carlos, así como Sarapiquí de Heredia, también desempeñan un rol importante en la producción de estos alimentos.

“Se buscan nuevas variedades de maíz y frijol para adaptarse al clima de Los Chiles, Upala y Guatuso, donde más variabilidad se está notando”, comentó Sergio Abarca, del Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA).

La misma meta tiene un proyecto desarrollado por el IICA en conjunto con el Sistema de Integración Centroamericana de Tecnología Agrícola (Sicta), el cual pretende identificar germoplasma o material genético de maíz blanco y amarillo, así como de frijol rojo y negro, de alta productividad, resistencia y adaptabilidad al cambio climático.

Otros cultivos como la caña de azúcar y melón deberán depender cada vez más del agua de riego. El Distrito de Riego de Arenal Tempisque (DRAT) permite trasladar agua de la lluviosa zona del Caribe al Pacífico. El Gobierno invirtió ¢697 millones en la construcción de una represa y un canal principal, con una extensión de casi 3,7 kilómetros.

El DRAT es el mayor proyecto de riego de todo el país, con más de 255 kilómetros de canales, 251 kilómetros de caminos paralelos y 89 de drenajes. Brinda servicio de riego a 29.000 hectáreas.

Del otro lado de las montañas

En el otro extremo, los bananeros y productores de palma aceitera enfrentarán lluvias concentradas en cortos periodos de tiempo.

Limón concentra más del 80% de las hectáreas destinadas al cultivo de banano en el país.

Infoagro no ofrece información sobre producción de palma aceitera por cantón; sin embargo, tanto Palma Tica como Coopeagropal, grandes productores de aceite, cuentan con plantaciones en la zona sur.

Los bananeros parecen estar más avanzados que otros productores.

La Corporación Bananera Nacional (Corbana) cuenta con un sistema de monitoreo meteorológico y de información a los abonados.

“El productor puede encontrar datos sobre clima, temperatura, velocidad del viento, humedad relativa y precipitación. Recibe alertas sobre aparición y desarrollo de frentes fríos. Todo esto le ayuda a tomar decisiones”, explicó Jorge Sandoval, director de investigación de Corbana.

Además de investigar sobre variedades más resistentes, los bananeros estudian las cosechas programadas para acompasarse a las nuevas condiciones y los sistemas de riego.

Las fincas intensifican el uso de coberturas vegetales del suelo para evitar la desertificación.

Grano de oro

El café es uno de los cultivos que ya podrían estar sintiendo con mayor intensidad el aumento en la temperatura.

Pérez Zeledón, Naranjo, Tarrazú y León Cortés son los cantones líderes en producción del tradicional grano de oro nacional.

“Con el aumento de la temperatura media, se están desplazando altitudinalmente (hacia arriba) las bandas aptas para este cultivo. Hay comentarios anecdóticos de grandes agricultores y otras personas desde ya comprando tierras más altas, previendo un desplazamiento del cultivo”, comentó Cifuentes, del Catie.

Los cafetaleros cuentan con un sistema de información meterológica que incluye pronósticos climáticos y series históricas desarrollado por el Instituto Nacional del Café (Icafé).

El Instituto además ha estudiado la variedad Venecia que desplaza la maduración para evitar el momento de lluvias, así como otras opciones.

Aunque los estudios para mejorar genéticamente variedades de cultivos toman años, los sectores más organizados de la industria agrícola parecen estar encaminados a encontrar soluciones.

El panorama se podría tornar más complicado para los pequeños productores que dependen más de los esfuerzos que realiza el Ministerio de Agricultura (MAG), a través del INTA.

El presupuesto es limitado. El INTA recibió ¢1.293 millones durante el 2011, un 22,7% menos que los ¢1.674 millones del 2010. Es, junto con la Oficina Nacional de Semillas, la institución del sector agrícola estatal con menor presupuesto.

“A los políticos no les gusta apoyar el mejoramiento genético porque es muy lento, y no hay muchos recursos para este tipo de actividad aunque es fundamental. Actualmente en Costa Rica hay buenas variedades de maíz, frijol, arroz y sorgo para reproducir pero no hay mucho apoyo”, acusó Abarca.

La situación es similar en otros países de la región, por lo cual el IICA pretende convertirse en un ente que ayude a articular los esfuerzos que realizan las organizaciones de productores como Corbana e Icafé; los estudios de universidades y centros de investigación, con la política que desarrolla en Gobierno.

Misión que en el caso de Costa Rica, será un desafío tan ardiente como helado.