Columna Scientia: Valores de cosas invisibles en el ambiente

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En estas épocas, la ciencia busca por muy diversos medios que los humanos comprendamos por qué debemos tener una relación más armoniosa con la naturaleza que nos rodea, que entendamos el mundo natural del cual somos parte.

Un problema limitante para alcanzar esta meta es el de cómo puede un ciudadano común valorar servicios esenciales para la vida como el suministro del oxígeno que respiramos, producto de la actividad de organismos microscópicos que no podemos ver a simple vista.

Como mencionan A. Beattie y P. Ehrlich en un interesante artículo, el problema se complica más cuando los servicios esenciales que nos da la naturaleza, derivados de organismos microscópicos casi desconocidos, tienen un enorme valor que es muy difícil calcular. ¿Cómo se puede determinar el valor del oxígeno del aire? Quizás el valor de otros servicios esenciales, como el de la polinización de las cosechas por insectos silvestres o la fertilización de suelos agrícolas por hongos invisibles, podría estimarse como una fracción de los miles de millones de dólares generados por la agricultura.

El mismo problema de valoración lo encontramos en otros casos, como el de la pesquería o la industria maderera, que están basadas en productos resultantes de las complejas cadenas alimentarias de micro y macroorganismos marinos o terrestres.

Por ende, la agricultura, la industria forestal o la pesquería dependen de miles de especies que polinizan, alimentan o fertilizan, cuya identidad desconocemos. Esa dependencia se extiende a otras industrias, tanto financieras como las de fabricantes de maquinaria agrícola, forestal y pesquera, de transporte, mercadeo y venta.

Así, esa diversidad biológica, que la mayoría de la gente considera un tema de interés y preocupación solo para los conservacionistas, está en el meollo de la economía que nos afecta a todos nosotros, todos los días.