Costa Rica debate cómo bajar precio de la electricidad ante creciente dependencia

Conozca los cuatro ejes de la política energética del Gobierno, que podrían bajar tarifas

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El martes de la semana pasada, en la inauguración del proceso de las “Mesas del Diálogo Nacional del sector eléctrico”, el presidente Luis Guillermo Solís, durante su breve discurso, afirmó:

“Uno de los resultados que queremos de este diálogo son ideas para bajar el precio de la luz. Algo tan pedestre como eso”.

La cita abrió una conversación entre 50 actores sociales para debatir, de octubre a diciembre, la creación del sétimo plan energético del país, a publicarse en abril del 2015.

¿Cómo se puede bajar el precio de la electricidad? La política energética por construirse es más compleja que eso, pero la respuesta no tiene nada de “pedestre”.

Las dos anteriores administraciones intentaron, con sendaspropuestas de Ley General de Electricidad, introducir cambios en el mercado elétrico. Ambas fracasaron.

La actual viceministra de energía, Irene Cañas, sostiene, que bajar las tarifas es “bastante complejo”.

“Va más allá del Ejecutivo. Depende de la modalidad tarifaria de Aresep, de tarifas de la energía estacional (generada en momento específicos no todo el año) aceptadas por el sector privado, de la diversificación de la matriz energética. No es tan sencillo”, sostiene Cañas.

El momento es crítico. Datos generados por EF muestran el claro aumento de la dependencia en la energía eléctrica.

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A su vez, ese servicio es el quinto –entre 26– cuyo precio más ha crecido del 2004 al 2013, con un aumento anualizado de 16,7%, según un análisis de este medio con base en el Índice de precios a los servicios, del Banco Central.

En ese escenario, la propuesta con la que llega el Gobierno gira en torno a cuatro ejes básicos, que, eventualmente, podrían traer una baja en las tarifas.

Eficiencia

El primero es hacer más eficiente el consumo de electricidad. El cambio transita por diversas rutas, pero Cañas enfatiza en exigir el uso e importación de equipos de refrigeración y aire acondicionado más eficientes.

En este aspecto, “la ley es obsoleta”, acusó Cañas.

Este punto también preocupa al Instituto Meteorológico Nacional. La institución mantiene la tesis de que, con el calentamiento que experimenta el país, la demanda de sistemas acondicionamiento del aire, de refrigeración y hasta de bombeo de agua para piscinas, se incrementará.

Esto redundará en una mayor demanda de electricidad ya espoleada por los cambios tecnológicos en procesos de producción y hábitos de vida.

La Dirección Sectorial de Energía atribuye importante responsabilidad de este cambio estructural al sector de comercio y servicios, el cual se ha hecho notablemente ineficiente.

Según estimaciones de EF, en los últimos 22 años su consumo se incrementó un 47% de terajulios por lo producido. Es decir, la intensidad de la demanda de energía del sector comercial y de servicios crece a mayor ritmo que la producción de ese sector.

La misma tendencia al alza la sigue el sector público.

Generación descentralizada

El segundo eje de la propuesta del Ejecutivo es la regulación de la generación distribuida o descentralizada.

Eso implica definir qué se puede hacer, por ejemplo, con los excedentes de energía solar que genera una casa equipada con paneles propios: ¿la puede vender al ICE? ¿a qué precio?

Esto, que pareciera tan básico, no ha sido regulado por parte de la Asamblea Legislativa. Lo que funciona hasta el momento es un plan piloto del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).

Con un marco jurídico apropiado, esto podría abaratar la tarifa de quienes produzcan su energía y podría aumentar la oferta de energías renovables.

Cambios en la matriz

En tercer lugar, se aborda la optimización de la matriz energética, lo que significa reordenar la fórmula de energías producidas, importadas y consumidas en el país.

En este punto hay propuestas de introducir el uso de gas natural, recurrir a la geotermia, utilizar más energía solar y biomasa.

Esto puede impactar las tarifas directamente, no solo por el precio de las propias energías, sino porque la decisión de cuáles se utilizarán de respaldo, cuando las energías continuas bajen su generación, también afecta el precio.

En Costa Rica la energía continua es la hidroeléctrica. En épocas secas, se viene utilizando crecientemente la generación térmica con combustibles importados, lo que sube las tarifas.

Existe consenso en que el país puede dejar de importar ese combustible y usar energía autóctona.

La Cámara de Industria defiende esa línea. “El país tiene mucho potencial en generación de energía de fuentes renovables y autóctonas. Lo que hay que hacer es lograr producirla a costos competitivos”, sostiene Carlos Montenegro, subdirector ejecutivo de la Cámara de Industrias.

“Es mucho más riesgoso para el país el aumentar la dependencia del petróleo importado, que hoy es la principal fuente de energía que consume el país”, agregó.

El cuarto eje a discutirse en la mesa es el socioambiental, entendido como el impacto que tenga esta política energética en el desarrollo social y ambiental.

La viceministra Cañas ha sostenido que lo económico y técnico debe ser tan importante como lo ambiental.

Costa Rica pretende alcanzar la carbono-neutralidad en 2021.

Mayor dependencia

En este momento, mientras el diálogo entra en calor, confluyen dos tendencias que complican la vida de todos: de 1990 al 2012, el país aumentó su dependencia en la electricidad en todos los sectores, salvo por el de transporte. Al mismo tiempo se registran crecientes tarifas energéticas que tensan las relaciones y desgastan los bolsillos.

Según estimaciones del Ministerio de Ambiente y Energía, el crecimiento promedio del consumo de hidrocarburos en los últimos 20 años fue del 4,7% anual, pero el de la electricidad del 5,3% anual.

Con estas tasas de crecimiento, la demanda de electricidad se duplicará en 13 años.

En total, de toda la energía consumida por Costa Rica, lo que deriva de la energía eléctrica creció cuatro puntos porcentuales. La diferencia parece poca, pero al excluir al sector transportista –el cual tiene una cuota de consumo eléctrico irrelevante pero el mayor consumo energético total– y observar el cambio por sectores, los cambios son drásticos.

En el caso del sector residencial, la presencia creciente del consumo relativo de electricidad es la más fuerte entre todos los sectores. Pasó de representar el 34% del consumo de terajulios de 1990, a 57% en el 2012, un cambio de 23 puntos porcentuales en detrimento del uso de leña, gas licuado de petróleo, y otros.

El sector agrícola muestra un cambio de 11 puntos porcentuales en el mismo período, con un consumo derivado en un 39% de la electricidad en el 2012, lo que estruja el uso de fuel oil y el diesel .

Crece la dependencia en electricidad, crecen sus tarifas, y también aumenta la necesidad de que un acuerdo nacional brinde soluciones concretas al complejo tema energético.