Desigualdad del mercado laboral carcome oportunidades de las mujeres

La desigualdad laboral hacia la mujer no es un tema aislado y salpica a toda la región centroamericana

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Las mujeres registran una tasa de desempleo superior a la de los hombres. En el primer trimestre del año de cada 100 personas en la fuerza de trabajo, 13 mujeres buscaban trabajo y solo 8 hombres necesitaban de una oportunidad laboral.

Durante los últimos cinco años las brechas de género se ensancharon. Así lo constatan las cifras que analizó EF de los últimos cinco años de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Inec).

La mujer sufre mayor desempleo por condiciones que las hacen desertar de sus trabajos, como estudio u obligaciones personales (cuido de hijos, personas enfermas o adultos mayores).

En este complejo panorama también entra en juego una persistente división tradicionalista del trabajo.

La situación no se circunscribe a Costa Rica sino que se extiende por la región centroamericana.

Si se analizan labores como enseñanza o salud, la balanza se inclina hacia el género femenino, ya que 132.204 mujeres se dedicaron a estos trabajos y solo 74.625 hombres las realizaron en los primeros tres meses del 2018.

La desigualdad laboral hacia la mujer no es un tema aislado y salpica a todo Centroamérica, ya que la tasa de desempleo entre ambos sexos se ensanchó entre el 2000 y el 2016.

Radiografía

En Costa Rica la población está compuesta prácticamente por 50% hombres y 50% mujeres. Esa misma proporción aplica para la población en edad de trabajar. Sin embargo, históricamente por cada dos hombres que trabajan solo una mujer tiene empleo.

La desigualdad laboral se puede apreciar desde muchos ámbitos. Uno de ellos es si se analiza la población ocupada, es decir, las personas que se encuentran en la fuerza de trabajo y que participan en la producción de bienes y servicios.

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Durante el primer trimestre del 2013 1.216.163 hombres tenían trabajo y solo 764.522 mujeres estaban empleadas. Cinco años más tarde la desigualdad persiste, y durante el mismo periodo 1.289.088 masculinos tenían empleo versus 715.623 mujeres.

Durante los primeros tres meses del 2018 el desempleo femenino era del 13,1%, lo que equivale a 108.000 mujeres. Quienes más sufren son las mujeres con edades entre 15 y 24 años, es decir, quienes están ingresando al mercado o que no tienen experiencia.

“Hay muchas condiciones que pueden afectarla para salir del mercado laboral, no solo la parte de cuido, sino el estudio. Muchas mujeres estudian más que el hombre. También si hay un hogar constituido y el hombre trabaja, muchas mujeres no lo hacen porque desarrollan otro tipo de actividades”, comentó María Luz Sanarrusia, encargada de la ECE.

Algunas mujeres se quedan fuera de la fuerza de trabajo por otras razones, tal es el caso de las adultas mayores o las jóvenes que estudian o realizan actividades fuera del mercado laboral que son importantes para su desarrollo.

El subempleo, es decir quienes laboran menos de 40 horas por semana y tienen deseo de trabajar más, también afecta más al género femenino.

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Condicionamiento de la parte productiva

Otras de las razones que contribuyen con la desigualdad está relacionada con las actividades que realizan los hombres y las mujeres.

“Hay actividades productivas más masculinas, por ejemplo: en la agricultura está la recolección. También hay otras actividades como comercio que sí las desarrollan más las mujeres y ahí puede participar con la misma oportunidad”, agregó Sanarrusia.

En el caso de la industria manufacturera está liderada por el sexo masculino, 149.174 hombres participaron en esta actividad y 63.967 mujeres lo hicieron en el primer trimestre del 2018. Lo mismo sucede en construcción, ya que 124.540 varones trabajaron en el sector y 4.156 mujeres desempeñaron esas labores en el mismo periodo.

Sin embargo, la dinámica cambia en el sector servicios, en el caso de las labores en hoteles y restaurantes la participación femenina fue de 68.825 trabajadoras y la masculina fue de 54.695.

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Brecha se extiende a la región

La brecha en la tasa de desempleo entre hombres y mujeres no es algo que solo le compete a Costa Rica, sino que la problemática salpica sistemáticamente a toda la región.

Centroamérica vive una disyuntiva, aunque en la mayoría de países hubo un aumento en la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, esto no implicó mayores oportunidades para una inserción efectiva en el mercado laboral. Del 2000 al 2016 se ensanchó la tasa de desempleo femenino y masculino, según concluyó el Estado de la Región del 2016.

Ahora bien, el incremento podría estar relacionado con varios factores como la decisión de tener menos hijos (que brinda condiciones más favorables para la inserción), la necesidad que tienen las jefas de hogar por generar mayores ingresos o el mayor nivel educativo que poseen las mujeres.

Otro aspecto que se debe de considerar es que en la región se ha disminuido la proporción de hombres, principalmente en los países del triángulo norte. En el 2016 en Honduras, Guatemala y El Salvador habían 95 hombres por cada 100 mujeres.

Entonces ¿Por qué no se redujo la brecha? Precisamente por las dificultades que enfrenta la mujer para conseguir empleo y que cuando logra obtener un trabajo, los ingresos suelen ser inferiores a los del hombre, según dijo Alberto Mora, coordinador de investigación informe Estado de la Región.

Los números del Estado de la Región hablan por sí solos, en el caso de Belice la tasa de desempleo masculino en el 2016 fue de 5,6%, mientras que el femenino fue de 15,6%. En Honduras la tasa de desempleo fue de 5,1% para los hombres y para las mujeres fue de 10,7%.

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Si se analiza la población económicamente activa (PEA), las diferencias también saltan a la vista. En el caso de El Salvador, al año 2016 58,6% de los hombres se encontraban en el PEA, mientras que la cifra de las mujeres era de 41,4%. En Guatemala la situación fue más crítica ya que en el caso de los hombres el porcentaje fue de 65,1% y para las mujeres fue de 34,9%.

Las brecha en el desempleo cobra relevancia porque la región no repunta su productividad -en la mayor parte de la región es menos de $12.000 al año- y esto es un reto de cara al acelerado envejecimiento que experimenta la población.