Diputados mantienen disciplina partidaria al votar

Ligia Fallas es la legisladora que más se aparta del criterio de su fracción en el Plenario

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Si se trata de votar proyectos –y contra la creencia popular– los diputados costarricenses demuestran una alta disciplina al emitir su voto en el Plenario.

A pesar de las discusiones, rivalidades y disidencias partidarias, los legisladores dibujan una coherente línea en sus votos emitidos en primer y segudo debate.

Así se desprende de una revisión de EF a las actas comprendidas entre el 4 de agosto (fecha desde la que existen registros de voto nominal en el Congreso) y el 20 de diciembre para las votaciones de proyectos en el Plenario.

En ese tiempo, solo diez diputados han mostrado tendencias de voto distintas de las de su partido, y esto en contadas ocasiones.

La revisión también muestra la alta proporción de votos positivos que reciben los proyectos de ley una vez que logran llegar al primer y segundo debate en un plenario ahogado por mociones defendidas, usualmente, por minorías parlamentarias.

Fuera del canasto

Si se trata de disidentes, la legisladora frenteamplista Ligia Fallas destaca como la diputada que con mayor frecuencia se aleja de la línea de su fracción.

Entre agosto y diciembre de este 2016, Fallas votó 14 veces en contra del criterio de su partido.

En buena parte de estas ocasiones, la ramonense coincidió con el voto negativo de diputados como Otto Guevara o Natalia Díaz Quintana: una tendencia que, pese a su postura ideológica, le acercó más a la línea del Movimiento Libertario que a la de su propia bancada.

En esa línea, Carlos Hernández también ha mostrado fuertes disidencias con respecto al voto de su fracción. Hernández optó en tres veces por acompañar el voto de Fallas, a pesar del criterio de sus compañeros del Frente Amplio.

Otros diputados como Ottón Solís (PAC), Rolando González (PLN) o Aracelly Segura (PLN) votaron de forma distinta a su partido, pero solo una vez.

Alto apoyo a proyectos

La revisión también revela el alto apoyo de los diputados a los proyectos de ley, una vez que alcanzan el primer y segundo debate. El texto que cosechó más rechazo entre los diputados (de los debatidos entre agosto y diciembre) no superó los nueve votos en contra. En promedio, cualquier proyecto de ley que llega al Pleno recibe 0,8 votos negativos.

De hecho, ningún texto votado en Plenario en el periodo de estudio fue rechazado.

Un 98% de los 1.923 votos emitidos en votaciones de primer y segundo debate fueron positivos. El 2% restante está dominado por las posiciones de Ligia Fallas y el voto conjunto de la bancada del Movimiento Libertario.

Ante la fuerte y positiva tendencia, ¿qué provoca, entonces el lento avance de la Asamblea Legislativa?

Minorías atascan debate

Echemos un vistazo al mes más reciente: entre el 1.° y el 20 de diciembre de este año se han efectuado 301 votaciones en el Plenario Legislativo.

A pesar del trabajo que denotaría la cifra, el panorama cambia si se considera que prácticamente todas (298) se concentraron en mociones.

Las mociones, usualmente utilizadas para proponer la transformación de un texto de ley, también son útiles para atrasar la votación de un proyecto o impedirlo. Los diputados pueden hacer uso de este recurso sin límites y aprovechar los cinco minutos de los que disponen para defender cada propuesta.

En diciembre, un 92% de las mociones resultaron rechazadas, y tendieron a recibir el apoyo de un promedio de 7 diputados.

La mayoría de estas mociones, relativas al impuesto a personas jurídicas, fueron planteadas por Otto Guevara y defendidas por el Movimiento Libertario y socialcristianos como Luis Vásquez o Rosibel Ramos, que pidieron repetir las votaciones para continuar extendiendo el uso de la palabra.

Es decir, los debates del Plenario de la Asamblea Legislativa parecen concentrarse en la votación de mociones, a pesar de que en nueve de cada diez ocasiones se ven rechazadas por la mayoría.

El lento avance de la Asamblea Legislativa no se explica, entonces, por un fracaso en la consecución de acuerdos mayoritarios, sino por las dificultades para convencer a las minorías o, incluso, para lograr el apoyo unánime de los 57 legisladores.

En diciembre, exclusivamente, el Congreso ha desarrollado 13 sesiones extraordinarias, destinadas a superar parte de las mociones que la atascan.