El retraimiento comercial de Trump dañará la lucha por los derechos laborales en el extranjero

En los últimos 24 años, Estados Unidos ha llegado a 13 acuerdos de libre comercio que cubren 19 países y que tienen protecciones ambientales y laborales

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La activista por los derechos laborales Do Thi Minh Hanh ya se había acostumbrada a ser hospitalizada y encarcelada por su trabajo en un país donde están prohibidos los sindicatos independientes.

Así que, cuando Vietnam llegó a un acuerdo comercial con Estados Unidos y otros países que establecía que sus miembros debían fomentar los derechos de los trabajadores y proteger los sindicatos independientes, ella tuvo la esperanza de un respiro.

Pero esas esperanzas se desvanecieron cuando el presidente Donald Trump retiró de un plumazo a Estados Unidos de ese acuerdo comercial, la Alianza Trans-Pacífica (ATP).

Para el gobierno vietnamita, esto va a servir de pretexto para suprimir el movimiento de los trabajadores, señaló Hanh. “El gobierno nunca ha querido sindicatos independientes”.

Esa promesa de defender los derechos laborales es uno de los daños laterales de la tendencia de Estados Unidos a volcarse en sí mismo con Trump. Ya que el nuevo presidente se ha comprometido a destrozar y a reconsiderar las relaciones con sus socios comerciales, también podría abandonar las promesas que Estados Unidos ha conseguido de otros países de proteger los derechos de los trabajadores y el ambiente.

Quienes critican las protecciones laborales y ambientales incorporadas en la ATP y otros acuerdos comerciales las consideran una concesión política con fines exhibicionistas pero imposible de hacer cumplir. Como sea, el retraimiento comercial de Estados Unidos podría permitir que otros países, China, por ejemplo, dictaran los términos del comercio global. Países que sería muy improbable que aprovecharan su influencia económica con fines de persuasión moral.

Por ejemplo, la retirada de Estados Unidos de la ATP le abrió el camino al acuerdo de libre comercio promovido por China, la Alianza Económica Global Regional. Este acuerdo, advierte Rajiv Biswas, jefe de economistas para la región Asia-Pacífico de IHS Global Insight, “es menos ambicioso en su ámbito de cobertura y no considera reformas de monta en las normas de protección laboral”.

Más allá del comercio

En los últimos años, los negociadores estadounidenses han incorporado protecciones laborales y ambientales en los acuerdos económicos, mientras en Estados Unidos aumentan los sentimientos en contra de la globalización.

En los últimos 24 años, Estados Unidos ha llegado a 13 acuerdos de libre comercio que cubren 19 países y que tienen protecciones ambientales y laborales. En la mayoría de los casos, los acuerdos solo exhortan a los gobiernos a cumplir con sus propias leyes.

Quienes apoyan estas medidas aseguran que pueden tener efectos. Siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, la Unión Europea ha empezado a incorporar requisitos similares en sus acuerdos comerciales. Los negociadores estadounidenses incluso han reforzado los términos en acuerdos más recientes, como la ATP.

Esos acuerdos tenían “verdadera fuerza en términos de sanciones comerciales”, afirma David A. Gantz, profesor de derecho de la Universidad de Arizona en Tucson, experto en acuerdos comerciales internacionales. “Esas cláusulas en los acuerdos de libre comercio de Estados Unidos pueden ser algo más que cubiertas de hechos vergonzosos, pero con una salvedad: el gobierno de Estados Unidos en particular tiene que estar dispuesto a hacer que se cumplan”.

Eso puede ser difícil, dado que el país con el que se llega al acuerdo tiene que promulgar leyes para cumplir con las cláusulas, observan los activistas laborales.

“Cualquier acuerdo comercial debe tener fuertes cláusulas laborales para mitigar los efectos de la desregulación”, explica Sharon Waxman, quien preside la Asociación de Comercio Justo.

“Encontramos que generalmente se considera de manera equivocada que los acuerdos comerciales son un sustituto de las leyes nacionales que protegen los derechos de los trabajadores y garantizan que se les pague lo justo”, dijo.

En un acuerdo lateral de diez páginas, la ATP hubiera requerido que Vietnam tipificara como delito la mano de obra forzada y ampliara los criterios para los casos de servidumbre por deuda.

En materia laboral, a los trabajadores se les permitiría formar sus propios sindicatos, que pudieran tener contratos colectivos y declarar huelgas. Vietnam ha empezado a preparar borradores de algunos de esos cambios, pero no se sabe cuándo se van a ejecutar, señaló Oliver Massmann, socio del despacho de abogados Duane Morris Vietnam.

Otro acuerdo comercial entre Vietnam y la Unión Europea también va a considerar las condiciones laborales cuando entre en vigor en enero de 2018, pero carece de las medidas fuertes de aplicación que tenía la ATP.

La economía de Vietnam ha despegado conforme ha aumentado el costo de la mano de obra en China, pues los dueños de fábricas en China empezaron a buscar mano de obra más barata en otros países. Los activistas laborales aseguran que muchas de las fábricas han mejorado con respecto de las terribles condiciones de explotación que prevalecían en los años noventa, haciendo que compañías como Nike impongan normas de monitoreo y cumplimiento a sus proveedores de Vietnam.

Con todo, Vietnam sigue acosado por problemas laborales.

Un estudio de 2015 sobre la industria de la ropa encontró que la mayoría de las fábricas inspeccionadas habían suprimido los sindicatos independientes y carecían de controles de salud y seguridad.

Actualmente, los grupos de trabajadores están controlados por el gobierno, que generalmente prohíbe huelgas y otras actividades sindicales para evitar la inestabilidad política o social. Hanh señala que ella tenía ciertas esperanzas de que la ATP pudiera ayudar. “La ATP tenía una sección sobre los sindicatos”, indica. “Eso me habría dado una base legal”.

Hanh es una diminuta mujer de 32 años de edad habla de sus estancias en la cárcel, las golpizas recibidas y los lemas laborales con el mismo tono desenfadado.

En Vietnam, la organización de trabajadores se lleva a cabo calladamente. Para abrir el camino a una huelga en una fábrica de zapatos, una colega de Hanh pasó semanas en la zona hablando con trabajadores.

Hanh hizo volantes y le enseñó a un grupo básico de trabajadores a organizarse y declarar la huelga. Ella considera una victoria la huelga que estalló en enero de 2010 con 10.000 trabajadores pues permitió un gran aumento salarial, aunque ella y dos de sus colegas fueron a dar a la cárcel.

Puesta en libertad cuatro años después, Hanh descubrió que la organización de base se había vuelto mucho más difícil. Descubrió que solían seguirla, lo que le dificultaba reunirse con los trabajadores tímidos. Una de las últimas veces que asistió a una protesta de trabajadores, a fines de 2015, fue golpeada por la policía.

Ahora, ella dedica la mayor parte de su tiempo a hacer campañas en las redes sociales y a plantear inquietudes antes las grandes empresas occidentales.

Tenía escepticismo de que las autoridades vietnamitas fueran a cumplir con las protecciones laborales de la ATP. Empero esa alianza habría sido una herramienta para presionar en favor de cuestiones laborales.

“Me hubiera valido de la cláusula de la ATP sobre el derecho a formar sindicatos independientes; sindicatos que no estuvieran controlados ni por la empresa ni por el gobierno”, afirmó.

“Quizá ahora, por culpa de Trump, nuestro sueño de sindicatos independientes en Vietnam no se hará realidad”, agregó. “Pero seguiremos tratando de ayudar a los trabajadores”.