Institutos Confucio, herramienta controvertida del soft-power chino

China cuenta con más de 500 centros alrededor del planeta

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¿Son los Institutos Confucio caballos de Troya del gobierno chino? Cuando se lanzaron en 2004, estos centros que promueven la lengua y cultura china se presentaron como equivalentes del alemán Goethe o de la Alianza Francesa, pero ahora levantan sospechas en Occidente.

Esta arma del soft power (poder blando) chino se ha propagado a la velocidad de la luz: actualmente se cuentan más de 500 centros.

“La bandera roja se ha extendido por todo el mundo”, presumía en 2016 Ma Jianfei, entonces gerente de esta red.

Al igual que sus equivalentes francés, alemán o español, los Institutos Confucio pretenden promover la cultura china mediante la enseñanza del idioma y la organización de exposiciones o proyecciones. Algunos son autónomos, otros tienen asociaciones con universidades.

Pero a medida que Pekín se expande estratégicamente por el mundo, sus opositores los acusan de ser instrumentos de propaganda, de amenazar la libertad académica de sus socios e incluso de albergar espías.

Sus responsables no respondieron a los pedidos de entrevista de la AFP.

¿Espías?

En 2019, Bélgica privó de visa a un académico chino que dirigía el Instituto Confucio de Bruselas y la Unión Europea le prohibió el ingreso al espacio Schengen durante ocho años.

Según el diario De Morgen, Song Xinning estaba en el punto de mira de las autoridades belgas por presuntamente “atentar contra la seguridad nacional”.

Aunque la justicia anuló la decisión europea, para François-Yves Damon, sinólogo y director del Centro Francés de Investigación sobre Inteligencia (CF2R), estas sospechas son “lógicas”.

“Según el artículo 7 de la Ley de Espionaje de junio de 2017, cualquier ciudadano o empresa china está obligada a prestar apoyo a las agencias de inteligencia”, recuerda.

Pero no por ello todos los chinos son espías “potenciales”, añade. Los Institutos Confucio existen más bien “para asegurarse de que lo que se difunde sobre China corresponde con la voluntad del Partido Comunista”, señala.

Un miembro de un servicio de inteligencia europeo lo confirma: los Institutos Confucio (IC) son “herramientas de influencia, pero no son el núcleo del ‘modelo de negocio’ del espionaje chino, que es económico”.

Disparidad entre institutos

Para el sinólogo italiano Mauricio Scarpari “ningún otro instituto cultural del mundo está tan entrelazado con las universidades extranjeras, una anomalía sorprendente si se tiene en cuenta que están bajo el control de un organismo estatal totalmente controlado por el Partido Comunista Chino”.

Sin embargo, esto no quiere decir sistemáticamente que haya un control por parte de Pekín en las universidades con las que trabaja.

En un estudio sobre los institutos de su país, el investigador alemán Falk Hartig, señala que todo “depende del personal local”. En Alemania, por ejemplo, los directores de los IC rechazan las acusaciones de propaganda, afirmando que utilizan libros alemanes y no chinos.

En Francia, varias fuentes señalan la disparidad entre los institutos, algunos se limitan a organizar actividades folclóricas más que culturales y otros organizan conferencias de calidad, cuyos invitados son a veces incluso críticos con el régimen chino.

Una antigua empleada, que habló bajo condición de anonimato, dijo que “había mucha libertad para proponer temas” en el ámbito cultural. “Nunca tuve la impresión de formar parte de una vasta empresa pro-partido”.

Luisa Prudentino, especialista en cine chino, también afirma que “nunca ha tenido problemas” para organizar la Semana del Cine Chino en La Rochelle, que co-organiza el Instituto Confucio de esta ciudad del oeste de Francia.

“Por supuesto, no caigo en la provocación, especialmente para la película de apertura, pero pude ver películas en los otros días de la semana que no están necesariamente en el consenso, que hablan de temas sensibles, como Hong Kong o el Tíbet. Pero sé que no ocurre necesariamente de la misma manera en todas partes”.

“Esquizofrenia”

Para François-Yves Damon, al igual que para un antiguo funcionario de los servicios de inteligencia de Francia que pidió el anonimato, existe “una especie de esquizofrenia” e “ingenuidad” con respecto a China.

Los países más críticos con los IC son los miembros del grupo de los 5 anglosajones, que comparten información de inteligencia: Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido.

Con el telón de fondo de la guerra comercial con China, “Estados Unidos está presionando a sus socios para que se alineen con sus posiciones antichinas. Esto se refleja en esta forma de expresión que estigmatiza a los IC”, según el ex funcionario de inteligencia.

“Pero también, Canadá y Australia han acogido a muchos estudiantes chinos, a inversiones chinas (...) y se dieron cuenta a principios de la década de 2010 que esto terminó planteando un problema, incluso de soberanía, con una injerencia importante, en áreas tecnológicas por ejemplo”, añade.

De forma global, muchos Institutos Confucio de todo el mundo están cerrando, a pedido de autoridades recelosas.

Diez años después de ser la primera universidad de Europa en acoger uno de estos centros, Estocolmo interrumpió toda cooperación en 2015. Siete municipios suecos le siguieron los pasos, según un recuento realizado en junio por la radio pública de ese país.

En Estados Unidos, la National Association of Scholars contabilizó en febrero 55 Institutos Confucio (tres de los cuales tienen previsto cerrar en 2021) frente a 103 en 2017.