La internacionalización de firmas nacionales apenas calienta, pese a los beneficios en intercambio de conocimientos y diversificación de riesgos, entre otros.
Por ejemplo, Pablo Vargas, CEO de Grupo Britt, asegura que a la fecha la compañía emplea a 800 personas en Costa Rica, pero que, de no haber conquistado otros mercados, “ese número se hubiera visto reducido a la mitad”.
Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ese es solo uno de los múltiples beneficios que tiene la inversión extranjera directa (IED) para los países emisores.
Así lo plasma en su estudio “Determinantes de la salida de IED y efectos en el país emisor”, en el que incluye la transferencia tecnológica, la diversificación de riesgos e intercambio de conocimientos como impactos positivos.
Ahora, pese a los pluses, Costa Rica apenas despierta para aprovecharlos.
De acuerdo con datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR), la inversión directa costarricense en el extranjero alcanzó los $204 millones en el 2014; una cifra muy volátil históricamente.
El monto es catalogado como minúsculo por las mismas autoridades, quienes aceptan que tienen por delante el reto de hacer crecer los números y motivar al sector empresarial a ver más allá del territorio nacional.
“Hoy día no existe una política pública enfocada en apoyar al inversionista en el exterior. Estamos comenzando a entender el fenómeno”, aseguró Alexánder Mora, ministro de Comercio Exterior.
Más allá
Y es que los beneficios saltan a la vista entre quienes ya han conquistado mercados.
Los empresarios coinciden en que el traslado de actividades y procesos de producción a otros países ofrece oportunidades para modernizar la tecnología a nivel local y migrar hacia actividades que requieren tecnologías más complejas y de mayor valor agregado.
Jesús Castro, director general corporativo (CEO) de Grupo Purdy Motor, comparte ese criterio.
La estrategia de esta firma la ha llevado a consolidarse en México y Estados Unidos, donde cuenta con tres agencias.
“Hemos logrado adquirir la última tecnología y conocimiento automotor en el mercado más competitivo del mundo, los Estados Unidos. Este conocimiento lo traemos a nuestras operaciones locales”, comentó.
Por otro lado, la formación y el requerimiento de profesionales con mejores habilidades técnicas y blandas, se vuelve al unísono en otra de las ventajas.
“Estamos formando otra clase de empresarios, uno que juega en las grandes ligas y que podría llegar a aspirar a cargos todavía mayores en otras compañías”, sostuvo Pablo Vargas.
A nivel cuantitativo, el aumento en el intercambio comercial del país también es señalado por la Cepal como otro de los impactos de la actividad. Sin embargo, el país no cuenta con cifras que lo justifiquen.
Trabajo pendiente
Es justamente esa carencia de información lo que falta mejorar.
El dato más reciente a nivel nacional sobre el número de firmas que expandieron sus operaciones en otros mercados data del 2013, por medio de un trabajo especial realizado por la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).
Empero, ni la Promotora ni ninguna otra instancia gubernamental le ha llevado el pulso a las estadísticas recientemente.
En ese momento, el informe “Análisis de la inversión directa costarricense en el extranjero”, contabilizó 105 empresas nacionales con operaciones en el exterior, en 21 países.
Dicha inversión generó más de 14.800 empleos directos e identificó a Centroamérica como el segundo mercado destino de las inversiones en el extranjero, solo por debajo de Estados Unidos.
“Sabemos que esos inversionistas son los exportadores de hoy, estamos visualizando la forma de canalizar esa política pública”, declaró Mora.