Ministerio de la Presidencia se convirtió en el talón de Aquiles de Luis Guillermo Solís

Falta de credibilidad e inacción legislativa entán entre las consecuencias de errores cometidos por jerarcas de la cartera más cercana al presidente de la República.

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El Ministerio de la Presidencia, bastión más cercano al presidente de la República, Luis Guillermo Solís, está bajo ataque nuevamente debido a actuaciones de los jerarcas que lo componen.

El último fallo en la lista del ministerio pesa sobre la espalda de Daniel Soley, quien renunció al viceministerio de la Presidencia el sábado. El diario La Nación hizo público que el exfuncionario ofreció una embajada a la procuradora general de la República, Ana Lorena Brenes, presuntamente para que salga anticipadamente del cargo por haber emitido criterios opuestos a los del Gobierno.

Las circunstancias adversas para el Gobierno de Solís a causa de acciones del Ministerio de la Presidencia, empero, no son inéditas.

Esa cartera ha estado en el ojo del huracán prácticamente desde que Solís asumió la presidencia el 8 de mayo del 2014 y anunció, días antes, el nombramiento de Melvin Jiménez como su brazo derecho en coordinación política, sectorial, institucional y vocería de Gobierno.

EF recopiló algunos de los principales hechos que han puesto bajo cuestionamiento al Ministerio de la Presidencia, así como las consecuencias que han traído a la administración Solís Rivera.

1. Comunicación imprecisa:

En su labor de vocero del Gobierno, el ministro de la Presidencia, Melvin Jiménez, ha brindado al país datos e informaciones equivocadas sobre temas sensibles, fallo que ha minado la credibilidad del jerarca ante el país y, en específico, ante sectores "no conquistados" por el Gobierno, como el productivo y los actores políticos de oposición.

Un ejemplo en este apartado es la información suministrada por Jiménez sobre 700 presuntos despidos a raíz del retiro del mercado financiero nacional del Citigroup, cuando la empresa en realidad no efectuó ningún cese de personal. En otras ocasiones han sido compañeros de Gabinete de Jiménez quien lo han desmentido.

2. Nombramiento de jerarca sin idoneidad:

Un error de origen que los politólogos y actores políticos le achacan al presidente Solís directamente es el nombramiento de Melvin Jiménez, al no tener dentro de su bagaje experiencia política previa.

El politólogo Claudio Alpízar argumenta que Jiménez, con sus acciones, demuestra desconocer las funciones básicas de un ministro de la Presidencia estipuladas en la ley que dio vida a esa cartera a principios de los años 60. Esto, dijo Alpízar, perjudica la precisión de las acciones políticas de Casa Presidencial.

"En lugar de fungir como escudero del Presidente de la República, don Melvin ha tenido que ser defendido por este, incurriendo en un error de sobreexposición política y mediatica que le genera desgaste", comentó por su parte el politólogo Daniel Calvo.

El nombramiento de Jiménez estuvo en entredicho desde el principio por su condición de obispo de la Iglesia Luterana. Si bien la Sala Constitucional avaló la constitucionalidad de su designación, la Procuraduría General de la República emitió un criterio distinto y le restó legitimidad a su condición de ministro, la cual le ha costado recobrar.

3. Diálogo político y sectorial estéril:

En ocho meses de funciones el Ministerio de la Presidencia no ha logrado acuerdos visibles con los representantes del sector empresarial. Los acercamientos entre Casa Presidencial y los patronos han sido tímidos, lo cual ha profundizado el distanciamiento entre ambas partes.

Al cumplir 100 días en el poder, Luis Guillermo Solís convocó a los partidos políticos a mesas de diálogo sobre temática diversa para impulsar mediante el consenso en la Asamblea Legislativa. No obstante, varias fuerzas políticas ya abandonaron la iniciativa con la excusa de que no va hacia ninguna parte por falta de interés gubernamental.

4. Frágil conocimiento de la dinámica legislativa:

El compendio de leyes que ha aprobado el Parlamento durante la gestión del presidente Luis Guillermo Solís es corto. El diputado Mario Redondo de Alianza Demócrata Cristiana (ADC) declaró a EF que uno de los cumpables de que la dinámica legislativa no sea más acelerada es el ministro Jiménez, por no estar bien asesorado política y jurídicamente en sus funciones, además de una escasa vocación de diálogo con la oposición.

Con la salida de Daniel Soley, Casa Presidencial pierde su enlace más directo con las fracciones representadas en el Congreso, función principal que desempeñaba el exviceministro.

La consecuencia esperable es que el diálogo Ejecutivo-Legislativo se complique aún más al no haber un viceministro encargado de llevarle el pulso a la Asamblea en plenas sesiones extraordinarias.

5. Mal manejo de situaciones de crisis:

Cuando la opinión pública inició la presión sobre la Presidencia para determinar el estatus del asesor Iván Barrantes dentro del equipo del presidente, el Jiménez tardó en ofrecer una respuesta oficial sobre la colaboración de una de las figuras importantes de la campaña de Solís, asesor que finalmente renunció en medio de cuestionamientos.

Ahora, con la crisis desatada por la actuación del exviceministro Daniel Soley, Jiménez se refugió en el silencio nuevamente y a la fecha no se ha referido sobre el asunto en medios de comunicación.

El politólogo Claudio Alpízar comentó que esa "política del silencio" es la peor consejera a la que puede acudir el jerarca en momentos en que la opinión pública anda en busca de la versión oficial y, al no encontrarla, se desgasta la imagen del Gobierno.

6. Debilitamiento de relaciones con otros líderes del PAC:

Es claro el distanciamiento que existe entre Casa Presidencial y figuras fundadoras del PAC, como los diputados Ottón Solís y Epsy Campbell, quienes no forman parte del grupo de consulta del Ministerio de la Presidencia en materia legislativa. Esto aumenta la percepción de que el Gobierno trabaja con una fracción dividida.

Por el contrario, las relaciones de Jiménez con la fracción del PAC se enfocan en su amistad con Víctor Morales Zapata, diputado que tiene anticuerpos en la bancada y en el partido de Gobierno y, por lo tanto, un liderazgo limitado.