¿Qué le aporta el SICA a Costa Rica?

Pertenecer a la integración cuesta $300.000 al año

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A Costa Rica le beneficia en poco pertenecer a la mesa política del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), pero insiste en formar parte de ella.

Pese a los reveses de sus vecinos con respecto a la crisis migratoria de cubanos varados en el país y sus constantes críticas al sistema, Costa Rica evalúa volver a incorporarse a la conversación política regional.

LEA: ¿Qué significa que Costa Rica se levante de la mesa de negociación política del SICA?

Costa Rica actualmente no se siente cómoda con el manejo de los fondos del Sistema. No dejó sobre la mesa ningún tema “de vida o muerte” por el cual le interese volver a sentarse con sus pares, ni cree que su salida implique un riesgo a nivel económico para las exportaciones. Entonces, ¿para qué quiere regresar?

“Porque somos un país integracionista”, contesta Linyi Baidal, directora de Política Exterior de la Cancillería.

Además, el presidente Luis Guillermo Solís es, irónicamente, un centroamericanista confeso.

Más allá de la retórica

En términos prácticos, a la región le beneficia participar como bloque ante la Unión Europea, el mayor contribuyente que tiene el sistema, para pellizcar cooperación internacional.

“Si la situación se mantiene así durante tiempo indefinido podría generarle inseguridad jurídica a los países cooperantes”, dijo Carlos Cascante, director de la carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional.

“Deslegitima el sistema como tal para buscar cooperación”, opinó el politólogo Daniel Matul.

“Centroamérica ocupa un lugar marginal. Si no actúa en bloque, no puede superar esa condición”, dijo el historiador guatemalteco de la Universidad de Valladolid José Edgardo Cal.

Aunque la silla vacía de Costa Rica en el diálogo político no implica un riesgo económico inmediato, los empresarios prefieren ver a los representantes del país adentro que afuera.

“No es un riesgo inminente pero nos alejamos de un foro”, recuerda Mario Montero, vicepresidente de la Cámara de la Industria Alimentaria (Cacia). La mitad de las exportaciones de esta industria se dirige, precisamente, a un mercado centroamericano.

Al país también le convendría quedarse allí para discutir temas relacionados con la seguridad, el narcotráfico y la reforma integral del sistema, opinan analistas nacionales e internacionales.

“No todo ha sido malo”, dijo Baidal, refiriéndose a la compra de medicamentos y los programas de vacunación regional que se han logrado a partir de la integración centroamericana.

Nueva agenda

A Costa Rica también le conviene volver si quiere impulsar la refoma burocrática que el SICA requiere, según los mandatarios actuales y antiguos.

Reunido con Jimmy Morales, el nuevo presidente de Guatemala, el mandatario costarricense, Luis Guillermo Solís, clamó esta semana por su agenda regional, que incluye esa reforma.

“Estamos pensando en un relanzamiento de la integración”, dijo Solís.

El cambio implica una renovación del mismo estatuto de creación del SICA, el Protocolo de Tegucigalpa.

“Eso tiene que darse pero usted no puede participar si no está en esa mesa”, argumentó el especialista en relaciones internacionales Carlos Cascante.

La forma en que se manejan los presupuestos (incluyendo el dinero que viene de la cooperación) y la repartición de los altos cargos en el sistema burocrático interno son las principales preocupaciones de Costa Rica.

“Si usted pide una información no es que no se la den, pero se la mandan mal o cuesta mucho que la envíen”, alegó Baidal.

Según ella, otros países como Panamá y República Dominicana han insistido en el mismo tema, pero han logrado poco.

También Honduras, que actualmente tiene la presidencia pro tempore del SICA, se ha mostrado interesado en que Luis Guillermo Solís regrese a la mesa de negociaciones políticas.

Ejecución ineficiente

Las finanzas de la organización centroamericana suelen ser un misterio incluso hasta para los jerarcas de los países miembros.

La información provista por la Cancillería de Costa Rica muestra que el Sistema gastó un 68% de su presupuesto en salarios en el 2014 y solo un 7% en misiones oficiales.

El monto para pagar planilla asciende a $1.805.528 y lo disfrutan asalariados que provienen, en su mayoría de Guatemala y de El Salvador.

Esa es precisamente otra de las críticas de Costa Rica al sistema: “hay poca divulgación de las posibilidades de trabajo allí”, dijo. Los puestos de alto nivel también se concentran en estas dos nacionalidades.

A Costa Rica también le molesta la forma en que el SICA maneja el dinero de la cooperación.

“Si usted ve las ejecuciones de los proyectos de cooperación, se da cuenta de que la mayoría se va en gastos administrativos”, dijo Baidal.

A pesar del descontento, Costa Rica no solo sigue pagando sus cuotas sino que, entre el 2014 y el 2015, aumentó en un 50% el monto a pagar anualmente (de $200.000 a $300.000).

“Desconozco por qué lo hizo el Gobierno anterior”, dijo Baidal.

El monto sale del presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores, que a su vez proviene del presupuesto del Gobierno Central y que se financia con deuda e impuestos de los costarricenses.

EF intentó conocer el estado financiero completo del SICA pero no hubo respuesta por parte de sus agentes de prensa.

La erosión del sistema

Las relaciones políticas entre centroamericanos, creen los especialistas en política exterior, está a años luz de lograr lo que ha alcanzado el sector privado.

La relación comercial entre los países es próspera para Costa Rica. Su exportación de alimentos es creciente y necesaria para el resto de naciones.

Funciona, explicó Cascante, porque no se ha gestado en un seno político sino en uno eminentemente económico entre partes privadas y con las reglas claras. Algo que necesita, con urgencia, el SICA si quiere sobrevivir.