Subsidios del Ministerio de Trabajo se dispararán sin blanco fijo

El programa ‘Mi primer empleo’ carece de filtros para delimitar quiénes serán los beneficiarios

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Los subsidios que entregará el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) a las empresas que contraten a jóvenes, mujeres y personas con discapacidad se disparan sin un blanco fijo.

Con el nuevo programa de subvenciones llamado “Mi primer empleo”, el Gobierno pretende atacar la desocupación entre las personas más vulnerables.

El problema es que pretende auxiliar al 82% de la población desocupada costarricense: todas las mujeres, todos los jóvenes menores de 35 años y toda la población discapacitada.

El programa, es cierto, llega en un momento en que el desempleo carcome al 10% de la fuerza laboral del país, el porcentaje más alto de los últimos 30 años.

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También es cierto que es uno de los proyectos más concretos del Ejecutivo para combatir la desocupación y agilizar el crecimiento de la economía, pero carece de perfiles claros que garanticen el logro de sus objetivos.

Queda claro que los 30.000 empleos se crearán y que el desempleo caerá en un 14% en tres años, pero ¿quién asegura que ese porcentaje se repartirá equitativamente entre las poblaciones afectadas o que llegará a quienes más lo necesitan? Nadie.

Por ahora, “Mi primer empleo” tiene éxito entre los empresarios, pero deja al descubierto varias preguntas.

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Un mar sin filtros

En la plataforma web miprimerempleo.cr puede inscribirse cualquier persona que no tenga trabajo. Desde un abogado recién graduado hasta una madre soltera sin estudios en secundaria.

Una de ellos es más propensa al desempleo que el otro, pero el MTSS no filtrará a los beneficiarios por nivel de vulnerabilidad.

Los jóvenes con secundaria incompleta también competirán contra otros con mayores niveles de estudio, sin que el Gobierno establezca ningún tipo de filtro entre ambos.

LEA: Este es el perfil del desempleado en Costa Rica

El programa “no puede obligar” a las empresas a cumplir con una cuota de contratación para promover esa diversidad, dijo el coordinador del programa, Enrique Sánchez.

El único límite es “natural”, explicó. Como el subsidio anual es de menos de ¢1,5 millones por trabajador, al empleador le resultaría más atractivo crear nuevas plazas para trabajadores técnicos como grado máximo de estudio.

“No es un incentivo significativo para contratar a una gerente”, dijo Sánchez.

Conozca aquí cómo puede subir su salario

El vacío está en la suposición. El Gobierno asume que las empresas suscritas solo acudirán a la plataforma para cumplir los objetivos de política pública: combatir el desempleo entre la población más vulnerable.

No hay nada, sin embargo, que le impida a una empresa aprovechar ese dinero, aunque no represente un gran porcentaje del salario del trabajador contratado.

Para combatir ese problema, otros países han creado incentivos variables dependiendo del grado de riesgo al desempleo en que viven los trabajadores.

En Chile, la subvención corresponde al 30% de una remuneración mínima; pero esta se ve reduciendo de manera progresiva en la medida en que el salario del joven aumenta.

En México, el subsidio es escalonado en función de los salarios que percibirán al final los empleados. Cuanto más alto sea el salario, menor será el aporte gubernamental.

“No estaría mal revisar si se puede agregar algún tipo de incentivo adicional”, dijo Sánchez.

Sin límites claros, los especialistas señalan que este tipo de programas pierden el norte y corren el riesgo de caer en un mar demasiado revuelto.

“Los programas sociales en este país fracasan porque no tienen un perfil claramente definido”, argumentó el economista Pablo Sauma.

¿Y el perfil de las empresas?

Para definir a las empresas participantes, solo hay límites formales.

A la cartera pueden entrar desde grandes empresas hasta pequeñas y medianas, sin importar si ya tenían intenciones de incrementar su planilla o no.

El MTSS cree que el límite de 20 personas es un estímulo significativo solo para medianas y pequeñas empresas y que los grandes empleadores del país perderían el interés en participar, dejándole el espacio libre a las que verdaderamente lo necesitan.

Sigue siendo una conjetura: tampoco hay un filtro establecido para clasificar a las empresas y darles prioridad a las que más lo necesitarían.

Incluso con buenos filtros, estos programas no han logrado prosperar en la región latinoamericana, indica un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Eso sí, una iniciativa con un buen seguimiento, puede tener efectos positivos a nivel cualitativo. “Un buen inicio, formal, con buenas condiciones de trabajo, mejora en al menos 50% las condiciones en los trabajos posteriores”, señala.

Su éxito se medirá en el largo plazo, cuando el país pueda sostener la disminución del desempleo aun sin el subsidio.