TCM zarpa; atrás deja una Japdeva anclada

Terminal se consolida sin que Junta decida futuro propio

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La Terminal de Contenedores de Moín (TCM) saldrá de puerto esta semana y navegará.

Hay pronóstico de buen clima por vez primera en años para el proyecto de $1.100 millones.

Cuando se aleje de la orilla, la TCM aún verá anclada en un mar de dudas a la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva).

La entidad, que tiene sobre sus espaldas el desarrollo socioeconómico de Limón, sigue sin fijar su brújula hacia el futuro tras ochos meses de gobierno del presidente Luis Guillermo Solís.

APM Terminals, por el contrario, cuenta desde hace más de tres años con un plan que soporta los servicios que empezará a brindar a partir del 2018, cuando ya estén en operación las dos primeras etapas de la TCM.

Las previsiones de la empresa holandesa alegran a los sectores importador y exportador. Tanto la Cámara de Importadores (Crecex) como la Cámara de Exportadores (Cadexco) solo ven oportunidades de mejora y reducción de costos con la entrada en operaciones de la TCM.

Japdeva, en tanto, tiene un horizonte difuso. La visión de largo plazo la opaca un presente monopolizado por la negociación de la convención colectiva que otorga pluses y derechos a 1.500 empleados.

Tal rubro consumió en 2014 un 70% del presupuesto de Japdeva, según la Contraloría General de la República (CGR).

En ese contexto, el inicio de las obras de la TCM empeora la incertidumbre de la Junta, que no tiene acuerdos amarrados para darle un giro a su negocio portuario una vez que APM Terminals inicie con la carga y descarga de contenedores.

En peligro

Los servicios portuarios en el Caribe generan a Japdeva ganancias anuales promedio de ¢35.000 millones.

A pesar de la amenaza de perder una tajada de ese pastel, parece no haber espacio dentro de la entidad pública para someter a debate un plan maestro que redactó el Gobierno pasado.

Este se propone especializar los actuales muelles para que se conviertan en una terminal de carga general.

Es la ruta de escape para que Japdeva no choque de frente contra la TCM, que está diseñada para operar los 365 días del año, en cualquier condición climática.

APM Terminals opera 71 puertos en todo el mundo. Para que la sombra de ese gigante no oscurezca el futuro de Japdeva, la institución necesita movilizarse de inmediato para rescatar su relación con sus clientes, opinó Emmanuel Hess, director de la Fundación Georgia Tech, que asesora al Estado en innovación.

Ese consejo intenta orientar a Japdeva para que no pierda al 20% de sus clientes que le generan el 80% de sus ingresos.

Pero eso solo se lograría, según Hess, si la entidad empieza por evaluar herramientas como encuestas de satisfacción para determinar necesidades que debe cubrir con urgencia.

Uno de esos aspectos prioritarios es la disponibilidad horaria y la flexibilización para llenar los requerimientos de los usuarios de los muelles.

“Japdeva debe realizar un FODA interno enfocando no solo las amenazas, sino las oportunidades de sinergia con los nuevos actores portuarios”, agregó Hess.

EF intentó conocer el criterio de la presidenta ejecutiva de Japdeva, Ann McKinley, sobre el panorama que enfrenta.

Sin embargo, negó la entrevista por complicaciones de agenda.

A falta de un criterio oficial este medio contactó a Allan Hidalgo, presidente de Japdeva durante el Gobierno pasado.

Reestructuración urgente

Para el exjerarca, además de replantear su negocio portuario, Japdeva debe iniciar de inmediato un proceso de reestructuración interna.

Las claves de ese plan deben ser eliminar duplicidades de funciones y reducir la planilla.

De lo contrario, dijo, la empresa limonense no sobreviviría 15 años más pese a los ingresos por concepto del canon que deberá pagar APM Terminals.

Durante el primer año de operaciones de la TCM se estima que girará entre $10 y $12 millones de sus ganancias brutas para que Japdeva las invierta en obras de infraestructura en Limón.

El gobierno anterior determinó que los muelles de Moín deben liberarse para instalar una terminal granelera.

Así el país se ahorra tiempo y dinero pues en la actualidad las descargas graneleras se realizan en Puerto Caldera, en el Pacífico.

Esto pese a que ese tipo de carga proviene en su mayoría de la costa este de Estados Unidos, lo cual obliga a los barcos a cruzar el Canal de Panamá con el consecuente incremento en los costos.

El problema es que Sintrajap se niega a abandonar el negocio de la carga y descarga de contenedores, hecho que impide a Japdeva fijar la vista más allá del corto plazo.

Beneficios de la TCM

Capacidad: La TCM podrá atender buques portacontenedores de hasta 13.500 TEU, cuatro veces más grandes que los que hoy atiende el muelle de Moín.

Operatividad extendida: La megaterminal garantizará operaciones durante las 24 horas del día, los 365 días del año.

Mejores equipos: Entre las ventajas que tendrá la TCM están el contar con un área total de 80 hectáreas de terreno, 1.500 metros de muelle, canal de acceso de 18 metros de profundidad, 39 grúas de patio y 9 grúas pórticas Super-Post Panamax.

Moderno concepto: En todas las fases del proyecto de megaterminal se contará con edificios administrativos, áreas para manejo de contenedores secos y de refrigeración, así como talleres.

Dinamización económica: Se estima que la TCM acarreará la creación de una plataforma de actividades logísticas en Limón, lo cual producirá empleo para la zona y aumentará la demanda de bienes y servicios.

Fuente APM Terminals.