Temor de Recope a actuación ilegal relega al hidrógeno a segundo plano

Recope frenó desarrollo de combustible limpio al dudar de legalidad de su participación en proyecto

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La Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) volvió a frenar el desarrollo de un combustible limpio en el país.

Después de una inversión de $2 millones y cuatro años de trabajo, la semana pasada le tocó el turno al hidrógeno.

Pero ya antes había ocurrido lo mismo con la importación de gas natural y con el programa para el desarrollo de biocombustibles.

En todos los casos la ley fue el obstáculo que Recope utilizó para seguir por la ruta de energías limpias.

El martes de la semana pasada fue el científico Franklin Chang quien decidió apartarse de la dinámica lenta de Recope.

Siete meses de espera fueron suficientes para Chang, presidente de Ad Astra Rocket Company, y decidió no darle más tiempo a la directiva de la Refinadora para pronunciarse sobre el inicio de la última etapa del convenio para desarrollar el hidrógeno como sustituto de los combustibles fósiles.

Con la negativa de Ad Astra de continuar con la alianza con Recope, el Estado comprometió su oportunidad de contar con la tecnología para utilizar hidrógeno como combustible.

A 22 meses estuvo el país de tener una planta en operaciones para abastecer de hidrógeno a los vehículos.

Habría sido apenas la tercera instalación de ese tipo en Latinoamérica. Pero la vanguardia es un lugar al que Recope le ha temido históricamente.

La estatal decidió alargar todos los plazos y esperar a que la Procuraduría se pronuncie sobre si es legal o no que participe en proyectos de desarrollo de energías limpias.

Algunas de estas alternativas son un área distinta del petróleo y sus derivados, que es el límite que la ley establece para la refinadora.

Si bien el mandato de diciembre pasado de la Contraloría General de la República a Recope fue consultar sobre la pertinencia jurídica de participar en biocombustibles, la junta directiva decidió frenar el proyecto del hidrógeno ante la duda de que el abogado del Estado cuestionara todos sus proyectos que no versen sobre combustibles fósiles.

Lejos de la energía del mañana

Tales amarras legales y la falta de decisiones políticas oportunas dejaron a un lado del camino, de nuevo, el desarrollo de alternativas que permitan a Costa Rica autoabastecerse de combustibles más baratos y limpios que los derivados del petróleo.

El hidrógeno es visto, por algunos, como el combustible del futuro pues produce cero emisiones. Según datos de Ad Astra, la flotilla vehicular costarricense engulle el 70% de la energía total que el país consume por año.

La mayoría de los automóviles que circulan por las calles costarricenses queman combustibles fósiles, hecho que complica la meta del país de convertirse en carbononeutral de aquí al 2021.

El hidrógeno vendría a cambiar ese panorama.

No obstante, el objetivo quedó para las calendas griegas pues la Procuraduría no está amarrada a un plazo específico para emitir su criterio, del cual podría depender el porvenir de otros proyectos.

Desde el 2006 el Plan Nacional de Desarrollo dictó a la autónoma que maneja el monopolio del combustible meterse de lleno en la tarea de hacer evolucionar los biocombustibles.

Hasta mediados del 2014, Recope únicamente ofrecía biocombustibles en algunas zonas de las provincias de Guanacaste y Puntarenas en cantidades que estaban entre el 1% y el 2% de la composición total del combustible distribuido, según datos de la anterior administración del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae).

Esa cartera aseguró entonces que la flotilla costarricense aceptaba hasta un 20% de biocombustibles en la mezcla que se vende a los consumidores finales.

“La producción de biocombustibles no ha sido tomada en serio por Recope y más bien hay una seria oposición de sindicatos y grupos de profesionales que han boicoteado el plan”, escribió René Castro, exministro de Ambiente, en su página web oficial.

Todo parece depender de que Costa Rica logre concretar en el futuro el proyecto de ampliación y modernización de la refinería de Moín, en conjunto con China, facilidad que permitiría fabricar más biocombustibles.

Empero, queda en el aire la duda de si Recope podrá proseguir con ese proyecto ante la necesidad de contar con el aval jurídico de la Procuraduría.

El gas natural, otra alternativa de avanzada, es aún incipiente en Costa Rica, pese al clamor del sector industrial que ve en esa fuente de energía una oportunidad dorada para reducir sus costos de producción al ser más barato que el barril de petróleo.

La ley parece ser piedra de tropiezo en este proyecto también.

En el 2014 estalló la pugna entre Recope y la Procuraduría.

La primera argumentó que el gas natural era parte del monopolio que maneja.

No obstante, la Procuraduría determinó que no era así, por lo que operadores privados podrían importar gas natural siempre que cumplan con regulaciones emitidas por el Estado, las cuales aún no están del todo claras, pues la discusión sobre el monopolio parece interminable.

Además, la importación del gas natural depende de que el país cuente con un tanque especial en Moín, Limón, capaz de almacenar el gas natural.

Esa infraestructura que debe desarrollar Recope también ha sufrido retrasos.

Por todo esto y aun pintando un panorama muy optimista, la importación del gas natural se convertiría en realidad hasta el 2018.

¿Temor o falta de interés?

En el caso del hidrógeno, Recope negó que la pausa al proyecto se deba a falta de interés de continuar en una alianza con Chang.

La presidenta ejecutiva, Sara Salazar, y el director jurídico de Recope, Mayid Brenes, afirmaron que la duda razonable sobre la legalidad de todos los proyectos de energías limpias en que está involucrada la entidad es suficiente para justificar la espera.

La carta bajo la manga de Recope es un proyecto de ley de biocombustibles que no ha figurado dentro de las prioridades inmediatas del Congreso desde que asumió el poder el presidente Luis Guillermo Solís, en mayo.

Ante el aciago panorama que enfrentan los planes de energías limpias estatales, el sector privado pretende seguir actuando para diversificar la matriz energética.

“Ad Astra sí va a seguir con el hidrógeno. Vamos adelante, vamos a hacer esto en forma privada; ya la tecnología la hicimos, tenemos la planta funcionando en Liberia y hemos avanzado muchísimo y no es conveniente parar, sino que es momento de concretar el proyecto”, adelantó Franklin Chang, la última víctima del enmarañado Estado costarricense.

Energías limpias no llegan a estado de aplicación

Hidrógeno: Ad Astra decidió cortar su relación de tres años con Recope ante la tardanza de la junta directiva en dar el visto bueno a la continuación del proyecto. Recope afirma que continuará por separado con el plan, lo mismo que la empresa aeroespacial.

Biocombustibles: Desde el 2006 el Plan Nacional de Desarrollo ordenó a Recope desarrollar biocombustibles para que se convirtieran al menos en un 5% de la mezcla final de los combustibles que se expenden. El plan no ha despegado.

Gas natural: La fecha de la primera importación de este hidrocarburo se ha ido postergando hasta el 2018, aunque el país aún no cuenta con el marco legal y la infraestructura para aprovechar esa fuente limpia y más barata que el petróleo.

Fuente Archivo GN.