¿Cuáles fueron los pecados técnicos que cometió el BCR con el crédito otorgado a Sinocem?

Análisis del financiamiento otorgado al empresario Juan Carlos Bolaños muestra vicios en el análisis de la capacidad de pago del deudor, entre otros

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Los pecados cometidos en la gestión del crédito otorgado por el Banco de Costa Rica (BCR) a la empresa Sinocem, propiedad de Juan Carlos Bolaños, superan en mucho las buenas acciones, si se analiza técnicamente la operación.

Los vicios cometidos en la negociación del controversial crédito se encuentran en el análisis de la capacidad de pago del deudor, la elección de la moneda del préstamo, la forma del desembolso del dinero, así como del pago de la deuda y la porción de apalancamiento del financiamiento.

Entre los aspectos positivos está que dentro de las garantías que el banco consideró “a satisfacción”, está la póliza de caución de la aseguradora Oceánica de Seguros que, además, cuenta con un reaseguro internacional.

EF consultó a Carlos Fernández, exgerente del BCR, Juan Muñoz, exintendente de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) y Danilo Montero, exsuperintendente de la Superintendencia General de Valores (Sugeval) y exmiembro de la Junta Directiva del BCR, para conocer, según su experiencia, cuáles fueron las acciones positivas y negativas con este crédito.

A continuación, se mostrará un listado de elementos negativos y positivos en la gestión del crédito otorgado por el BCR a Sinocem, según estos especialistas y de acuerdo con la información que ha surgido a la luz pública de momento.

Al respecto, el BCR indicó que no se puede referir al tema “debido a que el banco tiene un deber de confidencialidad”.

Capacidad de pago

¿Cuáles son las probabilidades que existen de cumplir con las obligaciones financieras?

Esto es precisamente lo que permite conocer el análisis de la capacidad de pago del deudor que realizan las entidades financieras antes de aprobar un préstamo.

La ausencia de factores de peso que sustentaran si la empresa de Bolaños podía o no responder a la deuda de $30 millones, encabeza la lista de pecados.

De entrada, Sinocem estaba incursionando en un mercado dominado por dos titanes (Holcim y Cemex). Si quería entrar a competir con un precio más bajo, el banco debió ejecutar un análisis de estrés que determinara cuánto músculo tenía la compañía para entrar al mercado de forma tan agresiva, y cuál sería la reacción de los competidores.

Dicho análisis debió incluir qué pasaría si la empresa vende mucho menos producto del pactado o si el precio varía.

Publicaciones del diario La Nación afirman que el BCR giró dinero para importar 368.000 toneladas de cemento en un periodo de diez meses –entre febrero y noviembre del 2016– pero en ese año únicamente ingresaron al país 93.500 toneladas provenientes de China.

Bolaños pactó traer 30.000 toneladas al mes, pero en varios meses el empresario no trajo ni una sola tonelada al país.

Los supuestos de la empresa fallaron y vendió mucho menos de lo esperado. Esto afectó su capacidad para responder a sus obligaciones con el banco.

El análisis también debió ejecutarse en función del proceso de importación, desde la compra del producto en el exterior hasta la venta del producto en suelo costarricense.

Sin embargo, el desconocimiento del mercado salió a la luz.

El crédito, inclusive, fue aprobado antes de que el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) otorgara el aval para que el cemento chino ingresara al país.

Por suerte, la reforma reglamentaria del MEIC permitió el ingreso de cemento con más de 45 días de fabricación, luego de negociaciones políticas.

Otro factor por estudiar en la capacidad de pago son tiempos de importación: si el contrato definía que el BCR recibiría el pago de la operación de crédito cada seis meses, se debía analizar si la rotación del inventario permitiría al deudor responder a sus obligaciones en ese plazo.

El cemento debía ser importado al país, pasar por el trámite de aduanas y venderse. En algunos momentos, este inventario podía estancarse en bodegas, en los puertos o en los barcos y el costo financiero se podría elevar.

Además, se trata de un bien perecedero y un mal calce de plazos puede jugar en contra.

Una conjugación de plazos pudo haber sido una opción, de modo que una porción del crédito se situara a mediano plazo con garantías reales, para responder al inventario que permanecía sin venderse, explicó Carlos Fernández.

Moneda, tasas y garantía

El segundo pecado en la gestión del crédito es la moneda y las tasas de interés que se establecieron en el contrato.

El crédito se negoció en dólares cuando la venta del cemento se ejecutaría en colones.

El ABC de la banca dicta que la moneda de un préstamo de este tipo debe pactarse en la moneda en la que se venderá el producto.

En este caso, el banco asumió un riesgo cambiario que pudo haber evitado y también perdió la posibilidad de ser la entidad que le vendiera divisas a Sinocem, para que la compañía comprara cemento en el exterior.

El riesgo está en que si la empresa importaba la cantidad de cemento pactado y lo vendía en colones, pero el precio del dólar aumentaba, no le iba a alcanzar el dinero para pagarle al banco.

Por el lado de la tasa de interés, a Bolaños se le ofrecieron condiciones de un cliente AAA, cuando el banco debió asegurarse una rentabilidad mayor por el riesgo que representaba el negocio.

De hecho, en el último año la tasa de interés de referencia prime ha subido algunos escalones, lo que aumenta la ganancia del banco, pero acorta la capacidad de pago del cliente.

Además, según fuentes consultadas por EF, el cliente tenía algunos otros créditos en el sistema financiero y se atrasaba unos días, por lo que no era un cliente con morosidad cero.

El tercer vicio en el crédito a Sinocem es el sistema pactado para la ejecución de los desembolsos de dinero por parte del banco y también cómo entrarían los pagos del financiamiento al banco.

Rara vez en un crédito de tal magnitud los recursos llegan a la cuenta del deudor, pero el banco decidió hacerlo de este modo.

Los vicios son claros. Si el dinero se otorga a las manos del cliente, es difícil constatar que el dinero se utilice para el propósito por el cual se otorgó el crédito, en este caso la importación del cemento.

La industria exportadora utiliza con frecuencia figuras como la carta de crédito o cobranza, productos que funcionan como una promesa provisional de pago, donde el banco de China admite que despachen el cemento en aduanas porque el BCR está asegurando que cancelara el dinero.

De este modo, el banco remeza el dinero directamente al vendedor de cemento.

Lo mismo sucede con los pagos de la deuda. Las devoluciones de dinero ingresaron al país por medio del Banco Nacional y Cathay, cuando debieron entrar al BCR.

Esta gestión dejó varios vacíos sobre a qué se destinó el dinero y por qué los pagos no entraron directamente al BCR (llegaron con un atraso de entre 47 y 180 días).

Lo anterior forma parte de las investigaciones en curso.

El cuarto pecado en la gestión del crédito es las garantías dadas y el apalancamiento.

Si el cemento era garantía, un factor por analizar es que se trata de un bien perecedero. Además, se debía valorar qué porción de la deuda iba a cubrir los sacos de cemento.

El apalancamiento fue demasiado alto a consideración de los analistas.

En otras palabras, la entidad aportó un capital muy bajo.

Lo recomendable es que la relación sea de seis a uno. Por ejemplo, en un préstamo de $18 millones, el cliente aporta $3 millones de capital. Sin embargo, el monto fue mucho menor.

El BCR concedió un crédito de $30 millones, de los cuales $20 millones para importación y $10 millones para el pago de impuestos. Además, brindó $1,5 millones para capital de trabajo.

Las dos primeras operaciones se dieron en noviembre del 2015 y se renovaron en enero, a igual monto pero un plazo de tres años.

El quinto pecado fue que este crédito no tuvo que haberse renovado en enero.

Si estaba dando problemas para pagar y las cifras no iban acorde con lo pactado, era momento para analizar de nuevo si tenía o no la capacidad de pago.

En medio de cuestionamientos, la póliza de caución con Oceánica se convertiría en el escudo protector del BCR.

El reaseguro permite que, a pesar de que el capital de Oceánica es inferior al monto del crédito, la empresa pueda responder gracias al respaldo externo.

Sin embargo, aún quedan algunos espacios en blanco por llenar. Uno es en qué condiciones se determinó que la póliza podría aplicarse y si, después de todo lo acontecido, el banco cumple con esas condiciones.