¿Deben los bancos guiarse solo por la tasa de interés? La banca ética ofrece otra vía

El especialista, Joan Antoni Melé, afirma que las entidades deben manejarse con radical transparencia

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Ya no se trata de ofrecer el mejor rendimiento para captar ahorrantes y ofrecer regalos por abrir cuentas de ahorros. Ahora la misión es ser transparente con el manejo del dinero.

Tampoco se trata de solo financiar proyectos que generen altas rentabilidades y ganancias, sino de financiar obras que tengan un impacto social, ambiental y cultural.

Estos son los pilares que trata de impulsar la “banca ética”, una tendencia que quiere que los bancos dejen de preocuparse solo por crecer y más bien hagan intermediación financiera con base en dos criterios: transparencia y buena inversión.

El exbanquero español y promotor del tema Joan Antoni Melé, de 66 años, estuvo en Costa Rica para compartir las bases de esta nueva forma de hacer banca.

Melé trabajó en el Triodos Bank de España, entidad fundada en Holanda en 1971, que impulsa el modelo en Europa.

¿Qué es la “banca ética”?

Son criterios muy claros de lo que es inversión y lo que no lo es, además del tema de transparencia radical, porque el banco gestiona dinero que no es suyo y los depositantes tienen derecho a saber que se va a hacer con él.

“Es decir, hay que cosas en las que no vamos a invertir (prestar) por más rentabilidad que tengan porque el proyecto no respeta a las personas ni al medio ambiente, y más bien invertiremos en proyectos cuya rentabilidad quizá no sea muy alta sino suficiente, pero que tiene un valor social y ecológico increíble.

“Por eso nos hemos ganado la etiqueta de banca ética, que está bien para reflexionar un poco si queremos hacerlo todos. ¿Quién mejor que los banqueros para cambiar el mundo, pues son las personas que saben invertir?

“Una vez en México, uno de los profesores me decía que nos estábamos apartando de los manuales de Economía y entonces le dije que era tiempo de cambiar los manuales”.

¿Cuánto ha calado esta tendencia en Europa?

En España sigue creciendo. Desde el Triodos Bank se promovió una alianza mundial que se llama Alianza Global para una Banca con Valores, la cual reúne a 40 bancos, 26 millones de clientes y hay 40 bancos más en lista de espera.

“En España, la crisis hizo que las cosas cambiaran. Las cajas de ahorro desaparecieron y solo quedan como ocho grandes bancos que, de momento, han cambiado, por lo menos la publicidad, y ahora todos son sostenibles y plantan árboles. Pero la realidad es que no hay criterios de transparencia.

“Las cifras que tengo es que a nivel mundial el 99% de dinero que circula en el mundo es pura especulación. Y, en financiamiento de obras sociales, sigue habiendo miles de proyectos buenísimos que nadie quiere financiarlos, y sobra el dinero en el mercado.

“Veo en Latinoamérica un gran potencial para este tema”.

Pero, ¿cómo alinear la mentalidad del banquero? Algunos siguen preocupados por sus ganancias y calman su conciencia con un bonito informe de responsabilidad social empresarial (RSE) al final del año.

Yo dejé de ir a los congresos de RSE pues me parecían una farsa. No se trata de hacer alguna cosita para quedar bien al final del año, contratar a alguien con discapacidad o plantar un árbol, el tema es el tipo de actividad.

“Fui director comercial del banco y a mis ejecutivos nunca les puse metas de crecimiento, aunque ellos me las pedían. Los periodistas generalmente me piden cifras, pero yo no las manejo, las veo al final del mes y luego me olvido. Solo me fijo si vamos bien.

“Yo les digo a mis directivos: sean eficientes, porque de su trabajo depende el destino de muchas personas. Que estén pendientes de trabajar bien, de las personas y las empresas”.

“Crecer es un resultado, es un indicador de que lo hacemos bien, pero crecer por crecer se llama cáncer y eso mata a los organismos. La pregunta que yo siempre hago es por qué quieres crecer tanto y nunca nadie me la ha respondido”.

Usted habla de financiar proyectos de impacto social, ambiental y cultural, pero es común que los banqueros se escuden en el riesgo y no le prestan a empresas, por ejemplo, que hacen paneles solares.

La clave del éxito de nuestro banco fue tener gente especializada en cada sector. Por ejemplo, en energía renovables teníamos a tres o cuatro ingenieros expertos y ellos sabían si los proyectos eran viables o no.

“Teníamos expertos en el sector social, en educación, energía, agricultura orgánica, etc., y utilizábamos el tipo de interés para concientizar. Por ejemplo, una vez llegó una municipalidad a pedir un préstamo para un centro recreativo y cultural, y nadie la financiaba. Estudié el caso y les dije en lugar de poner calefacción con gas pusieran calderas de biomasa; que en lugar de limpiar la piscina con cloro, lo hicieran con ozono y que un 10% de la gente que iba a contratar tuviera alguna discapacidad, y así les di el préstamo y les baje el interés.

“El análisis que hacemos siempre es cualitativo, humano, para saber qué le está aportando esa empresa a la sociedad. Luego hacemos el análisis financiero; si no es viable, no financiamos”.

Los banqueros siempre se escudan en que la regulación les impide hacer muchas cosas.

Pero las normas de riesgo de Basilea y del Banco Central Europeo son durísimas y las cumplimos. No hablo de poner en riesgo a la entidad. El problema está en que si no se conocen los sectores, se les considera de riesgo.

“Dudo que la regulación en Costa Rica sea más dura que la de Europa y nosotros la cumplimos. El ratio de solvencia de nuestro banco dobla la media de la banca española (18,4%) y nuestra morosidad es bajísima. Hacemos banca, pero no significa que solo porque se trata de un proyecto medioambiental o social lo financiamos”.

Los banqueros siempre están preocupados por el margen financiero. ¿Cómo empezar a cambiar esa mentalidad?

Siempre empiezo por la cúpula, por el consejo de administración y de ahí, hacia abajo. A partir de los llamados “talleres de conciencia”, los directivos pasan por un trabajo de introspección y luego hay un proceso para ir cambiando la forma de hacer las inversiones.

“Muchos bancos tiene el 60% de su cartera en consumo privado y eso significa un sobrendeudamiento de las familias, una burbuja, que la gente tiene que estirar la tarjeta de crédito para pagar la cuota del préstamo y esto ya lo viví en España. Eso no es banca.

“Un banquero debe salir a la calle a entender el mundo y ver qué necesidades hay, qué proyectos son buenos y saber intervenir con prudencia porque el dinero no es suyo.

“Esa banca moderna de endeudar a la gente no es normal. Paremos un momento y hagamos una banca profesional. Pongamos criterios: si hay una fábrica que contamina, no la financiemos. Ese es el poder del dinero, de provocar cambios”.