Fin abrupto de la luna de miel entre Bolsonaro y los mercados

El principal reproche de los inversores a Bolsonaro es el de no haber asumido una defensa clara de la reforma de las jubilaciones

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Río de Janeiro. La euforia de los mercados por la llegada al poder en Brasil del ultraderechista Jair Bolsonaro dio un frenazo ante las dificultades de la reforma de las jubilaciones, la debilidad de los datos económicos y la caótica gestión política de los dos primeros meses del gobierno, señalan analistas.

El principal reproche de los inversores a Bolsonaro es el de no haber asumido una defensa clara de la reforma de las jubilaciones propuesta por su ultraliberal ministro de Economía, Paulo Guedes.

Pero los ruidos generados por las intempestivas intervenciones del excapitán del Ejército en las redes sociales crearon una preocupación suplementaria.

El martes pasado, Bolsonaro colgó un tuit obsceno criticando al carnaval; el jueves, afirmó que “la democracia y la libertad solo existen cuando las Fuerzas Armadas así lo quieren”. Las reacciones obligaron a su entorno a decir que el presidente había sido “mal interpretado”.

"Una nueva declaración, una nueva justificación y así sigue el poscarnaval del gobierno de Bolsonaro. La preocupación de los inversores es que este tipo de ruido 'a la Donald Trump' se convierta en la regla y no en la excepción, lo cual es malo tanto para los negocios como para las reformas", escribió este viernes la consultora Infinity Assets en una nota de coyuntura.

"Sabíamos que habría mucha turbulencia en el proceso de reforma de las jubilaciones. En ese sentido no hubo sorpresas. Lo que sorprende es esa inestabilidad del presidente. Imaginábamos que creería más en la reforma", dijo a la AFP Sergio Vale, de la consultora MB Associados.

Bolsonaro sembró cierta confusión el mes pasado, cuando dijo que las edades mínimas contempladas para jubilarse en el proyecto de Guedes podrían reducirse de 62 a 60 años en el caso de las mujeres.

Para corregir el tiro, el presidente publicó el jueves un tuit en el cual defendió con ardor esa reforma. “Los avances que Brasil necesita dependen de la aprobación de la nueva jubilación. A partir de ella el país tendrá condiciones de estabilizar las cuentas, potenciar inversiones, viabilizar una estricta reforma tributaria y disminuir más la maquinaria pública, reduciendo nuestras empresas estatales”, escribió.

Esa reacción no provocó mayor entusiasmo en los mercados.

La Bolsa de Sao Paulo, que desde la asunción de Bolsonaro el 1 de enero batió una docena de récords históricos y llegó a rozar los 100.000 puntos (98.588 puntos el 4 de febrero) fluctuaba este viernes en torno a los 94.000 puntos. Las ganancias del índice Ibovespa en 2019, que llegaron a ser de más de 12%, son actualmente de un 7%.

El dólar, que desde el inicio de la gestión Bolsonaro había caído de 3,809 a 3,658 reales, volvió a cotizarse esta semana en torno a los 3,88 reales. Este viernes el real se reforzó ligeramente y el billete verde se negociaba a 3,863 reales.

"El enfriamiento del optimismo de los inversores por Brasil -y no por el gobierno de Jair Bolsonaro propiamente dicho- se justificó, entre otros factores, por la divulgación de indicadores de coyuntura más débiles que lo esperado (índices de confianza, ventas minoristas, producción industrial, etc.)", señaló Nicolás Takeo, de la correduría Socopa, en entrevista con la AFP.

Takeo considera "difícil evaluar si los inversores dieron demasiado crédito político al gobierno de Bolsonaro", pero señala que Guedes, al optar por una reforma más dura que la que ya estaba avanzando en el Legislativo, "provocó divergencias (...), debido a que algunos operadores creen que será mucho más difícil aprobarla en el Congreso".

Sergio Vale prevé que la reforma no podrá empezar a votarse en el mejor de los casos antes de fines de junio. Por ser de carácter constitucional, requiere de una mayoría cualificada de tres quintos tanto en la Cámara como en el Senado.

Tendremos "un primer semestre de mucha turbulencia en el mercado", prevé.

Entre tanto, las proyecciones de crecimiento no paran de bajar, después de un 2018 decepcionante, con un aumento del PIB de 1,1%, similar al de 2017. Las expectativas del mercado para 2019 cayeron de 2,57% a inicios de febrero a 2,30%, según la última encuesta Focus del Banco Central.

La OCDE prevé por su lado un crecimiento de 1,9%, dos décimas menos que en noviembre pasado, en un contexto de desaceleración global.