Los programas de mentoría nacieron para retener y desarrollar colaboradores con potencial y futuros líderes.
Estimular una cultura de aprendizaje mediante la mentoría permite que el personal tome un rol activo diseminando conocimiento y mejores prácticas en las empresas y que se desarrollen vínculos interpersonales entre colaboradores, incrementando su crecimiento, satisfacción y compromiso con la empresa.
Cada día existe mayor evidencia de que una fuerza laboral diversa, en términos de género, edad, niveles socioeconómicos y razas, estimula la innovación, cultiva la creatividad e impulsa con éxito el logro de las estrategias.
Los programas de mentoría, dentro de este contexto, pueden y deben empoderar a grupos de colaboradores diversos a externar sus ideas y preocupaciones, superar obstáculos, encontrar soluciones y desempeñarse a su máxima capacidad.
Las redes sociales, por ejemplo, han sido un factor generador de procesos de mentoria “invertida”, con personal maduro recibiendo mentoría de los jóvenes, para mejorar sus campañas externas e internas en diferentes medios y dispositivos electrónicos.
La poca diversidad en los niveles superiores de la empresa, es otro ejemplo que ha generado estudios sobre cómo mejorar los programas de mentoría con las mujeres. Muchas, con gran potencial, luchan por encontrar mentores que tengan acceso a las estructuras de poder pero la mayoría no se sienten capaces o interesados de brindarla.
Dados los retos singulares involucrados en este tipo de mentoría, es importante evaluar los objetivos y dinámicas de estos procesos y la receptividad de los mentores.
Ejemplos de empresas exitosas en la industria bancaria, tecnológica, comercial y de servicios nos pueden guiar en la construcción de una comunidad diversa para lograr aprovechar y contar con el mejor talento, incursionar con éxito en nuevos segmentos de clientes y hacer más competitiva nuestra cultura.