Aunque su trabajo parezca seguro, tenga siempre listo un Plan B

¿Cómo afectaría su vida la venta o el cierre de la empresa donde labora hoy?

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Carlos Vargas, ingeniero electrónico, fue uno de los afectados con el cierre de la planta de manufactura de microprocesadores de Intel, tras una carrera de 17 años en la empresa. Él respondió a las circunstancias con su plan B: una empresa propia.

Con ayuda del proceso de outplacement de Intel, Vargas llevó cursos de emprendimiento para capacitarse y abrir Tec Farmer, donde ofrece, entre otras cosas, servicios de huertos portátiles para casas, condominios y locales comerciales.

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En casos como este, el cierre, la venta o algún cambio profundo en el giro de negocio de una empresa pueden obligar hasta al más senior a cambiar sus planes laborales y de vida. En el contexto actual de cambios, es mejor tener listo el plan B.

Inclusive, cuando su idea sea retirarse, es necesario tener clara la estrategia que le permita mantener el control, así evitará que las circunstancias lo obliguen a tomar decisiones atropelladas o a adelantar procesos.

Antonieta Chaverri, coach en liderazgo trascendente, recuerda que la capacidad individual para planificar cambia según el conocimiento sobre el futuro.

“Los altos ejecutivos por lo general tienen idea cuando se avecinan transformaciones profundas, cierres o venta. En ese caso, tienen más tiempo para prepararse y muchos lo hacen”, explica Chaverri.

Ese conocimiento es una herramienta y puede funcionar como una ventaja, pero no se debe confundir con un seguro. Chaverri advierte que las posiciones jerárquicas o de confianza también pueden llevar a un estado de negación o desconexión sobre la situación laboral real.

“Estos casos son más complejos de manejar incluso que los despidos simples o inesperados, porque las personas han vivido un tiempo negando su temor y alimentando su ego, están convencidos de que el asunto no es con ellos. En casos de cierre o venta, podrían no hacer la tarea de prepararse por estar enfocados en finiquitar lo que corresponde para el resto y se dejan en segundo plano”, advierte.

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Alexander Aguilar, director de la firma consultora Humano, afirma que la planificación para cambios laborales es más una necesidad que una opción, y que se debe trascender la idea de tener un ingreso extra por la de tener una forma adicional de sentirse satisfecho profesionalmente.

“Los ejecutivos deben entender que frente a ninguna circunstancia la estabilidad laboral será una constante, por más alto puesto que ostente, por más buena relación que mantenga con sus superiores, por más fortaleza organizacional de mi empresa frente al mercado, por más competente que sea en su posición profesional”, subraya.

¿Cómo me preparo?

Aunque el factor sorpresa sea poco probable en las altas esferas, la poca preparación para la independencia sí es un riesgo.

Johanna Durán, coaching managing partner en Dilectus, afirma que un poco de presión puede sacar algún talento muchas veces oculto y ahí se debe identificar la oportunidad.

Para que esas habilidades tomen el camino más provechoso, Durán propone ejercicios de autoconocimiento, al que define como un terreno interno que tiene todo el material para armar un buen plan.

Una clave para entrar en este terreno es cuestionarse tres cosas:

Lo que quiero en este momento y para el futuro.

En qué soy bueno.

Qué me apasiona.

“Responda estas tres preguntas, no tenga miedo de escucharse, es una oportunidad. Para muchos puede ser la oportunidad que siempre han estado buscando”, asegura.

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Estrategia

Ahora bien, lo primero que se debe hacer para trazar la estrategia de su Plan B es definir un objetivo en el que le gustaría trabajar en el futuro.

Aguilar sugiere que a partir de ahí se planteen acciones como ingresar nuevamente a la universidad para estudiar una carrera diferente a la actual, comenzar un emprendimiento personal o familiar, buscar socios que le acompañen en su nueva idea y estar seguro de que el Plan B le genera pasión.

“Esto tiene que ver con que el crecimiento personal y profesional debe ser intencional, no puede ser producto de la casualidad o que surja de emergencia luego de que me quedé sin trabajo y sin nada en el horizonte. Aquí aparece uno de los peores pecados profesionales que cometen los ejecutivos y es que suponen que crecerán automáticamente y que el Plan B seguirá la misma línea”, advierte el consultor.

Una vez definido el objetivo, Aguilar sugiere el desarrollo de un diagnóstico sobre los recursos de los que dispone para ponerlo en marcha.

“Sean pocos o muchos, recuerde que un Plan B comienza con una idea, con un pensamiento y con el deseo de hacerlo, no espere que todas las estrellas se alineen para empezar. Este paso ocurre mientras el ejecutivo se siente sólido y estable en su momento actual dentro de la organización, el Plan B aquí es solo futuro en marcha, pero requiere tiempo y energía. Hay que dedicarle espacio a ese Plan B que se va desarrollando”, comenta.

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La etapa posterior a la creatividad será la acción:

Haga tangible la primera etapa del proyecto.

Piense cómo diferenciarse y agregar valor.

Estudie las tendencias y adelántese a lo que está pasando ahora, para que pueda proyectar el futuro de su plan.

Comience apenas esté todo listo, antes de una crisis.

“En el momento que lo haga, una energía poderosa lo acompañará para el siguiente paso y para el siguiente paso y para el siguiente paso. Solo cuando comience a verlo que crece sentirá ese impulso y esa energía extra”, afirma Aguilar.

Busque asesoría para pulir su proyecto y evite que quede con riesgos o escenarios descubiertos. Y, en paralelo, trabaje su marca personal, para que sea un activo en su nueva vida.