Columna Empresas del Siglo XXI: El temor al fracaso frena el aprendizaje de los altos ejecutivos

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Muchas personas asocian el aprendizaje a la resolución de problemas, pero no lo es todo. Gran parte del éxito radica en la definición misma del problema, así como el modo en que se resuelve.

Los profesionales altamente cualificados poseen una gran habilidad para lo que podría llamarse un primer ciclo de aprendizaje, es decir, ejecutar una solución. De hecho, suelen estar tan bien preparados que logran realizar con prontitud este primer paso. Sin embargo, descuidan el segundo ciclo del aprendizaje: reflexionar por qué actuaron de una manera determinada.

Esto hace que cuando los resultados son negativos la reacción inmediata es ponerse a la defensiva, dejar de lado la actitud crítica consigo mismos y más bien proyectar el sentimiento de culpa hacia otro. La incapacidad de hacerse responsables de los actos es provocada porque el deseo de mejora continua se desactiva.

Chris Argyris, en su artículo “Enseñando a la gente brillante cómo aprender”, publicado en HBR, analizó el caso de ejecutivos de firmas de consultoría, preparados en las mejores escuelas de negocios. Para ella, la esencia del trabajo de estos profesionales consiste en enseñar a otros cómo hacer las cosas diferente.

Sin embargo, pese a que solicitaban que se les diera retroalimentación, su comportamiento se podría resumir en cuatro actitudes:

1) Conservar un control unilateral. 2) Maximizar el triunfo y reducir la derrota. 3) Suprimir sentimientos negativos. 4) Ser los más racionales posibles.

En el fondo procuraban no sentirse vulnerables o incompetentes, evitar amenazas o vergüenzas.

De hecho, la formación en negocios que habían recibido era profundamente defensiva. Por esa razón, el simple hecho de animar a otros a decirle lo que pensaban, era visto como algo “intimidante”.

La gente que raramente ha experimentado el fracaso, termina por no saber cómo enfrentarlo.

Los aportes de Argyris son muchos, pero ahora nos bastaría identificar este: el temor al fracaso, uno de los grandes enemigos del aprendizaje en los ejecutivos, lo admitan o no.