Empresas del Siglo XXI: Incorporando la tecnología para educar ejecutivos

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Rubén Puentedura es el impulsor de un nuevo modelo de integración de la tecnología en la educación. Su propuesta, que puede aplicarse a la capacitación corporativa, consta de cuatro fases, que dan origen a su nombre: SAMR.

Sustituir. En este primer nivel, la tecnología no tiene ningún cambio funcional. El facilitador sigue siendo el centro de la clase, pero se apoya en ella. Por ejemplo, se usa una tableta para tomar notas o para leer documentos; o el video proyector presenta lo que se colocaría en una pizarra.

Aumentar. Ahora la tecnología actúa como una herramienta sustituta, con una mejora funcional. Se utiliza alguna aplicación como Kindle o iBooks para leer libros digitales o resaltar los textos más importantes, y el proyector se usa para enseñar algunos videos relacionados con el tema de interés.

En este escenario, los participantes hacen un uso más activo de las tecnologías.

Modificar. Consiste en rediseñar el proceso de enseñanza, para que la tecnología genere un valor añadido al aprendizaje. Tal es el caso de usar una plataforma como Drive, Basecamp, o un blog de Wordpress, para intercambiar documentos, generar foros de discusión y hasta evaluar competencias. Debe existir una reformulación de la sesión, para hacer un uso intencionado y efectivo de la tecnología.

Redefinir. Supone crear nuevas tareas que antes serían imposibles sin el uso de la tecnología. Desarrollar videos para exponer proyectos grupales y luego compartirlos en la web para generar algún tipo de reacción procurada, proyectos colaborativos con equipos de otros países, etc.

En las primeras dos etapas, se genera una mejora en el proceso didáctico gracias a la incorporación de la tecnología; pero en las últimas dos fases, se crea una transformación de la enseñanza tradicional y el profesor deja de ser protagonista. En la formación ejecutiva de nuestras organizaciones, ¿en qué fase estamos?