Es frecuente escuchar que las personas maduras son menos propensas a incorporar la tecnología que los jóvenes.
Los estudios realizados por el sociólogo Stephen Barley explican esta afirmación: demostró cómo la incorporación de equipos de resonancia magnética dentro de dos departamentos de radiología alteró la jerarquía social.
Antes, la interpretación de rayos X era una destreza que se iba formando por la experiencia de leer placas a lo largo de los años, un tipo de conocimiento artístico. Con la adquisición de la nueva tecnología, todos los médicos –experimentados y jóvenes– recibieron una instrucción técnica para poder operar los equipos de resonancia magnética.
Los radiólogos de mayor trayectoria no lograron integrar la nueva tecnología. En cambio, los radiólogos jóvenes sí fueron capaces de emitir diagnósticos más rápidos y precisos que los médicos experimentados. Como resultado, los radiólogos más maduros se vieron expulsados de la parte superior de la jerarquía establecida y fueron reemplazados por radiólogos menos expertos, ahora especialistas en tecnología.
Una explicación de esta transformación organizativa puede ser: Los médicos experimentados aplicaron a la nueva tecnología los mismos esquemas mentales que funcionaban con la tecnología anterior. En teoría, la aplicación de esos esquemas mentales debió cambiar cuando recibieron la instrucción técnica; pero se requería algo más: la reformulación mental y el cambio en sus creencias. Esto indica que la fijación de experiencias se consolida conforme la edad.
Es posible inferir que los profesionales de mayor trayectoria, con mayor experiencia a la de los ejecutivos jóvenes, presentará similares patrones de comportamiento.
Las tecnologías, en general, exigen una transformación de los conocimientos y creencias antiguos para aprovechar sus ventajas y limitaciones. La edad, por consiguiente, podría ser una barrera que impida integrar la tecnología.