Las teorías y prácticas directivas suelen surgir de oportunidades creadas por nuevas tecnologías. Las partes intercambiables alentaron ideas acerca de líneas de ensamblaje y logística. La tecnología de cliente-servidor engendró los sistemas empresariales de planeación de recursos.
Esto hace imperativo comenzar a pensar acerca de cómo la gerencia será transformada por la tecnología de la información más impactante de nuestra época: la computación en la nube. ¿Qué nos permite hacer en forma diferente, y cómo ello cambiará en el futuro la manera en que hacemos las cosas?
Cómo están cambiando las organizaciones
Con la nube, la información viaja rápidamente a través de sistemas de cómputo que son mucho más flexibles. Esto seguramente implicará una estructura laboral más flexible, en interés de productos y servicios que puedan ajustarse para anticipar las necesidades del consumidor. La rápida recolección y análisis de datos será clave para el nuevo sistema.
Los resultados probables de la mudanza hacia la computación en nube incluyen cambios en la forma en que se diseñan los productos; mayor colaboración entre el departamento corporativo de tecnologías de la información (TI) y otras unidades de negocio; y más interacción con el cliente. En particular, nuevas formas de escribir y desplegar software alientan nuevos diseños organizacionales de acción más rápida. La mejor forma de anticipar cómo ocurrirán estos cambios es escuchar a las compañías que ya los están implementando agresivamente.
“Ya están cambiando las organizaciones, transformando a las TI de ser un centro de costos a tener un lugar en la mesa en muchas y muy diversas reuniones,” dijo Chris Jackson, jefe de plataformas en la nube en Pearson, una compañía global de aprendizaje. Si Pearson está analizando, digamos, un nuevo curso de aprendizaje en línea, Jackson es parte de las reuniones iniciales para el diseño del producto, ofreciendo consejos sobre cómo el curso pudiera mejorarse. Un puesto como el suyo solía preocuparse sólo de cosas que sucedían más adelante en el proceso, como el darle mantenimiento a una pieza de software.
La computación en la nube con servicio al público, ofrecida por compañías como Amazon Web Services, Microsoft Azure y mi empleador, Google Cloud, sigue siendo vista por muchos como una forma más barata y eficiente para que las compañías almacenen y procesen la información. Los menores costos han sido suficiente razón para que muchas compañías cierren sus centros de datos privados y opten por servicios bajo demanda
Cómo la nube afecta el diseño de producto y la experiencia del cliente
Conforme mejora la tecnología de la nube, se vuelve más fácil para las compañías crear productos y servicios en ella. La nube también es un depósito común para reunir y analizar nueva información, y el lugar donde se lleva a cabo un creciente número de operaciones de inteligencia artificial, como el reconocimiento de imagen y voz.
Las empresas emergentes conciben cada vez más a sus productos y servicios como entidades centradas en software. Los cambios y actualizaciones se vuelven parte de un proceso continuo. Las funciones organizacionales se vuelven borrosas conforme los procesos se hacen cada vez más iterativos.
La compañía de transporte Uber ha enfatizado la importancia de su modelo híbrido en la nube para asegurar no sólo el estar siempre en línea, sino también una relación indivisible entre el desarrollo y despliegue del producto. Uber puede modelar una flota virtual de taxis usando autos privados a través de una combinación de software móvil, análisis de datos a gran escala, mapeo y redes sociales.
¿Qué más necesita cambiar?
¿Qué tan pronto la nube se volverá tan influyente para la gerencia como el cómputo de cliente-servidor? En un estudio reciente, Erik Brynjolfsson, Daniel Rock y Chad Syverson descubrieron que las mejoras en tecnología podrían retrasar las ganancias en productividad durante años, incluso décadas. ¿Por qué? Debe surgir un ecosistema de otros cambios, junto con nuevos pensamientos acerca de cómo puede usarse la tecnología, para que esta pueda tener un impacto pleno.
Brynjolfsson, profesor en la Sloan School of Management del Massachusetts Institute of Technology, piensa que avances basados en software, como la IA, encontrarán un lugar más rápido que muchos avances previos. Menores costos significan que pueden ser rápidamente adoptados por empresas emergentes que no cargan el lastre de antiguos costos y prácticas.
“Con la nube, podemos replicar procesos más rápidamente,” dijo Brynjolfsson. “Sin embargo, aún necesita actualizar tres cosas antes de tomar aprovecharla por completo: innovación organizacional, capital humano entrenado e instituciones sociales, como infraestructura y regulación, que se adapten a las nuevas tecnologías.”
El cambio hacia organizaciones nativas en la nube
La forma en que se concibe el software para la computación en la nube pudiera resultar tan importante como la infraestructura física de esta.
El software nativo en la nube enfatiza la facilidad de uso y el bajo impacto de la alteración de los componentes de aplicación del software. Aplicaciones masivas se subdividen en una serie de “microservicios” que pueden modificarse sin tener un mayor efecto en la pieza de software en funcionamiento.
El software tradicionalmente complejo suele tener una serie de relaciones, llamadas “dependencias,” con otras líneas de código, haciendo necesarias grandes modificaciones incluso para cambios triviales. Esas relaciones funcionan de forma similar a las raíces de una planta, que pueden crecer en un gran espacio, entreverándose. Al orquestar microservicios en forma de unidades altamente portables, llamadas “contenedores”, estas dependencias son envasadas.
Eso significa que es posible desplegar y administrar globalmente una aplicación, desde un solo lugar, con relativamente pocos problemas. Kubernetes, el software de código abierto más popular para orquestar dicho uso en contenedores, fue originalmente desarrollado dentro de Google para dirigir las diversas aplicaciones globales de la compañía, alterar productos y lanzar correcciones al software en la mayor escala posible.
Google ahora dirige aproximadamente 2.000 millones de contenedores a la semana, con su propia versión de Kubernetes.
Kubernetes funciona bien, en parte, porque es flexible. La tecnología de la nube permite más carga de trabajo por máquina, y las súbitas entradas de información pueden “derramarse” hacia otras máquinas, incluso en ubicaciones remotas. Como los consumidores de las nubes de servicio al público típicamente rentan cómputo en lugar de comprar activos, el gasto TI de pasa de ser un compromiso fijo de capital a un gasto operativo más flexible.
Pearson usa Kubernetes para desarrollar, desplegar y manejar nuevas clases de sistemas de aprendizaje en línea para mercados en desarrollo como India y México. Aproximadamente diez productos atienden a varios cientos de miles de estudiantes al mes, y están diseñados para afinarse continuamente, en lugar de sólo un par de veces al año.
“Obligan a sus equipos internos a pensar más rápido acerca de la innovación” dijo Jackson.
Él lo llama “una redistribución de la responsabilidad” dentro de la organización. La nueva forma desplegar el software, explica, también le da visibilidad respecto a dónde y cómo se consume, y brinda información acerca de costos futuros. Esto modifica su trabajo de ser sólo una inversión de capital a un gasto de operación.
Conforme los sistemas y las personas aprenden a adaptarse mejor a los cambiantes mercados, todos los aspectos del negocio se volverán más adaptables. Los roles laborales fijos, como la ingeniería de software o la planeación financiera, podrían evolucionar hacia el dominio de conocimiento, que se comparte en equipos colaborativos durante el ciclo de vida de un producto. Las compañías podrían asociarse de forma más profunda, aprovechando las ventajas comparativas del otro para atender una nueva necesidad del mercado. Los directivos necesitarán concentrarse más que nunca en habilidades como la colaboración, la empatía, el aprendizaje y las nuevas recompensas, para crear una organización que aspire a ser más adaptable que la propia computación en la nube.
Quentin Hardy es jefe de editorial en Google Cloud.