Arquitecto Vincent Callebaut presenta la ciudad del futuro que soñó

Su visión de la ciudad del mañana es una densa, verde y conectada

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Salir de casa comiendo una manzana del huerto colectivo del 4º piso, antes de subir a la oficina en la misma torre. Cruzar en el camino al encargado de ordeñar las vacas. Llevar a los niños al campo de arroz en el primer piso. Mirar por la ventana la ciudad de Nueva York.

A su proyecto Dragonfly, Vincent Callebaut dedicó cientos de horas, por las noches en la cocina, después de su trabajo para estudios de arquitectura de París, gracias a los cuales se hizo un nombre.

Un edificio de 575 metros de altura con forma de ala de libélula, compuesto por dos torres unidas por un invernadero bioclimático, sobresale en el proyecto.

Huertos suspendidos, campos cultivados y un edificio autosuficiente desde el punto de vista energético, con su escudo solar y hélices eólicas, son otros de sus componentes.

Abajo, un mercado flotante sobre el East River, para vender la producción local completa la idea.

Los demás se reían. "Se burlaban de mí. Me decían: 'estás haciendo ciencia ficción, deberías dedicarte a hacer comics'".

Hoy en día, del otro lado de la puerta de vidrio, una decena de personas trabaja en el elegante barrio parisino de Saint Germain des Près, donde fundó su agencia en 2008.

Y el joven arquitecto osa incluso apartarse de su modestia natural. "Cuando empecé mi carrera, me dijeron que la expresión 'joven arquitecto' implicaba tener 45 o 50 años. Yo tengo 36. Tengo tiempo por delante...".

Todo cambió para él en 2010. Un año antes, la cumbre del clima de Copenhague ayudó a la toma de conciencia de la urgencia ambiental.

Pasó su infancia leyendo historietas futuristas de Luc Schuiten en la casa familiar de La Louvière, pequeña ciudad industrial belga venida a menos, y luego diez años "dibujando mucho" y devorando revistas sobre nuevas tecnologías...

La consagración llegó con la exposición universal de Shanghai.

Siete pabellones, incluyendo el de China y Alemania, expusieron Dragonfly y otros proyectos suyos como Lilypad, una ciudad flotante para refugiados climáticos en forma de nenúfar gigante.

A partir de entonces, al arquitecto lo invitan a todas partes, incluyendo la ONU y el Parlamento Europeo, para exponer su visión de la ciudad del mañana, densa, verde y conectada.

“Una ciudad inteligente, que reintegrará la agricultura y transformará cada edificio en minicentral energética autosuficiente", predijo.

Sin embargo, los clientes para concretar las ideas de Dragonfly no son muy numerosos, y sus proyectos idealistas están destinados sobre todo a llamar la atención y marcar el rumbo.

"Nuestro objetivo es apuntar a la luna para llegar a las estrellas. Es decir, empujar a nuestros clientes a llegar lo más lejos posible".