Carlos Salazar Herrera y Juan Rulfo tienen huellas literarias con rasgos en común

Escritores son hermanos de "tinta"

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Los escritores Carlos Salazar Herrera (1906-1980), costarricense, y Juan Rulfo (1918-1986), mexicano, son hermanos no de sangre sino de “tinta”.

Este parentezco literario se debe a que las huellas artísticas que dejaron ambos autores tienen en común –y de manera meramente coincidente– una serie de rasgos que parecen emanar de un mismo cordón umbilical artístico.

Detallo los que he descubierto como lector de ambos: el tipo de personajes, los ambientes donde se desarrollan los relatos, el uso del lenguaje, las pocas obras que nos heredaron y sus incursiones en otros campos del arte.

Se trata de características que saltan más a la vista tras la reciente publicación de Escritos inéditos , de Salazar Herrera, a cargo de la Editorial Costa Rica.

Precisamente con esta obra que contiene cuentos, sonetos, un sainete y ensayos, el también autor de Cuentos de angustias y paisajes –en mi opinión los mejores relatos escritos por un costarricense– empata en cantidad de libros publicados a Rulfo, “padre” de Pedro Páramo y El llano en llamas .

Personajes, ambientes...

A pesar de que las escenas de Salazar Herrera transcurren en Costa Rica y las de Rulfo en México, los personajes y ambientes de ambos son similares.

Los hombres y mujeres de uno y otro están marcados por la soledad, la angustia, la nostalgia, el desamparo, el pasado, la miseria, la violencia y la muerte.

En su mayoría son seres anónimos, personas con poca o ninguna formación académica y ajenos a los círculos del poder político y económico.

Tal es el caso de Jenaro Salas, del cuento La bocaracá , del autor costarricense, y de Tanilo Santos, en el relato Talpa , del escritor mexicano.

En consecuencia, los personajes de estos parientes literarios habitan atmósferas en donde abunda la escasez, brilla la modestia y es rica la pobreza.

Para muestra, dos botones: El solitario , de Carlos Salazar Herrera –en el libro recién publicado–, y Luvina , uno de los textos de El llano en llamas .

Se trate de uno u otro escritor, los relatos se caracterizan también porque en ellos personajes y ambientes se amalgaman: el paisaje retrata el estado de ánimo del personaje y este, a su vez, pronuncia las palabras que el entorno quisiera decir con sus paredes despintadas y terrenos agrietados.

Así resulta evidente, por ejemplo, en el cuento La ventana –de Cuentos de angustias y paisajes– y en la novela Pedro Páramo, solo para mencionar dos casos.

Naranjas, niebla...

En cuanto al uso del lenguaje, Salazar Herrera y Rulfo se distinguen por la calidad de las imágenes que crearon y por la economía y efectividad al utilizar las palabras.

Del costarricense: “La tarde, caliente todavía, estaba destilando en su gran alambique del poniente las últimas gotas de sol” ( La bruja ), y “Rita Camacho, quien en aquellos últimos años, como por encantamiento, se había transformado en algo muy parecido a un apretado racimo de naranjas de las mejores” ( El beso ).

Del mexicano: “San Gabriel sale de la niebla húmedo de rocío. Las nubes de la noche durmieron sobre el pueblo buscando el calor de la gente. Ahora está por salir el sol y la niebla se levanta despacio, enrollando su sábana, dejando hebras blancas encima de los tejados” ( En la madrugada ), y “Nadie anda en busca de tristezas” ( Pedro Páramo ).

Esa familiaridad con las imágenes no era extraña en ninguno de estos escritores. Salazar Herrera fue dibujante, escultor y grabadista, en tanto que Rulfo era fotógrafo.

Todo este universo de personajes, ambientes, palabras e imágenes cabe en los cuatro libros mencionados, los cuales, a su vez, no cometen el pecado de la gula literaria.

Una vez la preguntaron a Rulfo por qué razón había escrito tan poco. Su respuesta: “Porque ya se murieron quienes me contaban las historias”.

En cuanto a Salazar Herrera, el único texto que ha escapado de la imprenta es un poema sobre la mujer de un librero. Así lo reconocieron sus hijas Carmen y María durante la presentación de Escritos inéditos el pasado 30 de julio.

Sin duda, dos hermanos de tinta que honraron sobre el papel la frase: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

sentido del humor

El libro Escritos inéditos , recientemente publicado por la Editorial Costa Rica, incluye textos que ponen en evidencia el sentido del humor de Carlos Salazar Herrera, una faceta ausente en Cuentos de angustias y paisajes.