Clase Ejecutiva: Best sellers

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Hay muchísimos tipos de literatura, pero podríamos hablar de dos grandes superclases: de un lado la literatura difícil, profunda, que nos marca y cuyos personajes o historias jamás olvidamos, y del otro los best sellers , es decir los libros más superficiales y cuyas ventas se cuentan en millones de ejemplares.

Para ser best sellers, los libros deben cumplir varios requisitos. Por ejemplo, la trama puede ser complicada –como en Harry Potter– pero entonces no puede tener sofisticación, o debe introducir un elemento que simplifique. En Harry Potter ese elemento es la lucha entre el bien y el mal.

Los personajes de un best seller no pueden ser ambiguos ni demasiado profundos interiormente, y deben estar ligados por el suspenso o por historias de amor o erotismo bien dosificadas.

Por esas y otras razones alguna gente descalifica los best sellers y hasta invita a no leerlos. Sin embargo, estos éxitos de ventas merecen ser llamados literatura tanto como los libros de una Yourcenar, un Proust, un Paul Bowles, una Elena Garro.

Además, hay libros que logran convertirse en best sellers a pesar de pertenecer a la otra clase, como Cien años de soledad .

Y hay autores profundos y difíciles que juegan con la forma del best seller sin lograrla. Por ejemplo, Mario Vargas Llosa. ¿Qué une un libro genial y difícil como Conversación en la catedral o La guerra del fin del mundo con aquellos Cuadernos de don Rigoberto , o su malograda novela histórica sobre Flora Tristán? Nada.

Yo personalmente me alegro de que existan los best sellers : las trilogías, como la erótica de las Cincuenta sombras de E.L. James o la étnico mística de Sarah Lark. También los libros de Isabel Allende y Julia Navarro –la Dan Brown del español–, las novelas históricas de todo tipo –algunas pueden ser decepcionantes, como La mujer de Poncio Pilato , de Antoinette May, y otras satisfactorias, como casi todas las de Ken Follet.

Con los best sellers los autores ganan millones ¡y el mundo gana millones de lectores!