Clase Ejecutiva: Cuando un artista se equivoca

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Errar es humano, y los artistas no están exentos de equivocarse. Como artista, Ai Wei Wei es un fabuloso activista. Y como activista, Wei Wei es un artista como cientos de artistas, ni mejor ni peor: un artista competente.

El empuje que ha recibido, su encarcelamiento y los precios que empezaron a conseguir sus obras, de pronto lo catapultaron a la cúspide, convirtiéndolo en el artista más famoso del momento, rivalizando con un Jeff Koons o una Marina Abramovich. Se entiende: es un artista de la nación más grande y poblada del mundo, capaz de destronar a Estados Unidos. Tenían que tener su superestrella del arte tarde o temprano. Pues bien, esto le tocó en suerte a Ai Wei Wei, quien también ha demostrado inmenso talento al escoger sus batallas, sus amigos y enemigos. En sus mejores obras, el ethos y el logos de su buen discurrir, llevan la barca de sus propuestas a buen puerto. Una de sus últimas obras, lo muestra imitando la posición del niñito que se ahogó hace unos meses; y que se volvió el símbolo más visible de la tragedia humana que están viviendo pueblos que huyen hacia Europa para escapar de la muerte. Demostrando cero capacidad de empatía, al chino se le quemaron todos los fusibles en el cerebro, hizo cortocircuito y el programa artístico crasheó , lo que dio como resultando que perdiera toda perspectiva. Produce una obra de una crueldad y un cinismo muy normal dentro del mundo del arte actual, que busca a toda costa generar shock . Pero eso cabría en un treintañero que busca la fama, no en el artista más famoso del mundo.

El pathos de esta acción decididamente se descarrila pues resulta imposible superar la imagen del niño muerto en la arena. Un chino gordo, avejentado haciendo esta pantomima, es execrable. Puede que la gente no sepa mucho de arte contemporáneo, pero cuando algo huele a podrido, todo mundo arruga la nariz.