Clase ejecutiva: Cuanto más conozca usted...

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

No recuerdo exactamente la fecha de los anuncios, pero creo que eran de finales de los sesentas o principios de los setentas. Hablaban de una marca de whisky , y tenían un eslogan muy particular y que no he olvidado jamás. Lo que es más, me parece que aplica todo aquello en lo que el gusto, bueno o malo, juega un papel. El anuncio decía así: “Cuanto más conozca usted de scotch , más le gustará XXX”. Está implícita la idea de que si uno es un gran conocedor –de lo que sea– mejor podrá apreciar la calidad de algo raro , en su acepción de único.

Si uno tiene un universo limitado, a nivel gastronómico digamos, será difícil que aprecie las bondades de un faisán, cuya carne hay que dejar descomponer –o mortificar como dicen en España– un poco. Acostumbrado a una dieta ordinaria, la sola idea de comer algo que se ha dejado al aire libre tres o cuatro días para que se suavice, puede resultar insoportable. Traigo esto a colación porque opino que cuando se trata de arte contemporáneo, cuanto más conozca el espectador de estas propuestas, más podrá disfrutarlas. Hace décadas que las artes visuales dejaron de ser algo que uno pueda reconocer a simple vista como arte. Se requiere de una iniciación. Aquí es donde muchos críticos del arte contemporáneo insisten en la inaccesibilidad de las obras: si no están acompañadas de una nota explicatoria en la pared, son incomprensibles. Y es imposible negarles algo de razón en este reclamo.

Lo otro que es verdad, es que vivimos en una época en la que los ciudadanos están condicionados por el sistema para la pasividad y la falta de imaginación. La televisión a todas horas, video juegos anodinos y la pérdida gradual del hábito de la lectura, han convertido a la mayoría del público en seres con escasa capacidad reflexiva, analítica e introspectiva. Y todas estas capacidades son exigidas por el arte contemporáneo a sus espectadores. De ahí que si se admite esto, no es posible achacarle al arte contemporáneo toda la culpa: nosotros como espectadores debemos sacudirnos la abulia y la pasividad también.