Columna Clase Ejecutiva: Cambiar o no cambiar

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En el principio, plácidamente morábamos en el útero de mamá. Poco o nada nos faltaba o perturbaba. De pronto y sin explicación lógica nos expulsan de nuestro íntimo edén y trasladados a este valle de lágrimas trabamos conocimiento estrecho con el hambre, el frío, el ruido, el sueño y los cambios de pañal.

En ese absurdo en el que nos han sumergido todo genera espanto, particularmente la incertidumbre, el ignorar qué nueva sorpresa nos depara tampoco sabemos quién. Lo único que logra calmar nuestra desazón es la rutina: la certeza de que luego del pecho sigue el baño, luego del agua el sol, después el paseo, luego de nuevo el pecho. La rutina, descubrimos, es lo único que restaura nuestra seguridad.

Los seres humanos odiamos los cambios, en buena parte por culpa de ese mal recuerdo. No obstante, no cambiar bastante se parece a estar muerto. El cambio implica riesgo pero también posibilidad. Embarcados como estamos ya en el 2014, la sirena a punto de sonar, contemplamos el mar de días relucientes que nos espera y, tradición obliga, nos prometemos, tras el borrón y cuenta nueva emocional, cambiar. (Si fuéramos honestos reflexionaríamos también sobre las promesas que nos ofrecimos hace un año, hoy quizás desangradas en el mar de los olvidos, pero…)

Podemos pensar también en este país, en su vocación contrariada de ser al menos un edén modesto, en sus posibilidades de cambio. Este implica riesgo, repito, y por lo tanto coraje, pero es la única vía para mejorar. Adelgacemos, aprendamos portugués, conozcamos Río Celeste, no le demos tregua al colesterol, reparemos la casa, quitémonos de encima esa relación que nos mina, subamos al Chirripó. Todos son propósitos buenos. Pero pensemos también en la fragilidad de este país, en sus pequeños milagros, en todo aquello que debemos preservar, recuperar e inventar para que sea un sitio decente donde vivir y engendrar niños.

Ir a votar es un propósito mínimo, pero es permitir un cambio. No votar no es protestar, es votar por lo mismo.