Columna Clase Ejecutiva: ¿Demasiados artistas?

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Un texto reciente de Rosa Olivares, crítica española de arte, habla de las limitaciones del mundo del arte para absorber tantos y tantas artistas. Con desaliento, la europea pone el dedo en la llaga, pues ahora tenemos pintores que no solo no venderán sus creaciones, simplemente no las exhibirán en sitios de alguna importancia. De cierta forma, esto es verdad y hoy se gradúan miles y miles de artistas visuales en todo el mundo. A estos graduados podemos sumarle otros miles que simplemente se ponen a “hacer arte”, sin necesidad de asistir a onerosos centros de estudio. Luego tenemos a la tía María, la señora acomodada que pinta con sus amigas por hobbie , pero que termina también buscando espacios –aunque sea en los pasillos de un Mall– para exhibir. El público, incapaz de discernir la paja del oro, puede manifestar confusión o hartazgo ante esta oferta desmedida. Uno creería que existen al menos dos parámetros fiables para separar lo valioso de lo nimio: los museos y los precios. En teoría, ciertos precios deberían separar las obras más importantes, las que van dejando su impronta, de las de millares de aficionados. O que las que llegan por fin a Museos, puedan considerarse obras pertinentes. Pero hay un problema: el mercado, que es el que dicta estas pautas, no siempre logra un consenso entre lo que favorece y lo que expertos y público en general avalan como importante. Dicho crudamente: el dinero no es un buen parámetro o elemento de juicio.

Y la gente, continúa Olivera, ha llegado a desilusionarse. Insinúa, con inteligente autocrítica; que podría tratarse de una situación que afecta a cierta generación, la más veterana (Rosa Olivares tiene 60 años) y que las más jóvenes siguen entusiastas, pintando, abriendo galerías y comprando.

¿Será su desilusión la misma que nos afecta conforme crecemos y entendemos que las cosas no mejoran, solo se transforman?