Columna Clase Ejecutiva: ¿Dónde está el arte?

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Isaac Asimov habla, en su libro sobre la ficción, de dos tipos esenciales de literatura: el vidrio de ventana y el vitral. Vidrio de ventana es el texto en que el lector no se siente leyendo sino viendo y sintiendo lo que le cuentan. En el vitral en cambio el lector está consciente del lenguaje y es el manejo de este, su musicalidad, sus aciertos, su complejidad y sus juegos lo que producen la experiencia estética. Vidrio de ventana serían por ejemplo la novelas históricas, de detectives, de espionaje, de suspenso, de crimen y ciencia ficción. No es que en ellas no haya trabajo de lenguaje –como dijo Flaubert, el fondo es la forma–, sino que el trabajo consiste en hacer el lenguaje invisible. Vitral sería por ejemplo Conversación en la catedral , para mi gusto la mejor novela de Vargas Llosa, Las olas de Virginia Wolf o El diminuto corazón de la iguana , de Cirus Sh. Piedra.

La clasificación me pareció útil hasta que leí al escritor asturiano Fulgencio Argüelles. Porque sus novelas relatan una historia apasionante, a cuyo desenlace queremos llegar, pero cuyo lenguaje, a base de musicalidad, sorpresas, y puro y simple virtuosismo, construye encima o debajo de la trama aparente otros niveles.

Cuando leí El palacio azul de los ingenieros belgas y Los clamores de la tierra , supe que hay novelas divertidas, ingeniosas, eruditas, buenas, malas, etc., y otras que son, simplemente, arte. Es decir, que en el arte el escritor nos hace descubrir y recorrer niveles ocultos de la realidad y así nos transforma. Ahora que la literatura es un negocio puro y simple, los libros que circulan son aquellos que la masa consume sin dificultad. El arte literario requiere paciencia, tiempo, esfuerzo, reflexión y una sensibilidad que no es necesariamente de las masas. Por eso no podemos encontrar en nuestras librerías llenas de best-sellers , los libros de Argüelles. Y por eso pregunto a editoriales y libreros: señores y señoras, ¿dónde está el arte?