Columna Clase Ejecutiva: El “mamut” cubano

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Durante los años 90, Martin Scorsese y Francis Ford Coppola redescubrieron una joya del cine soviético: el documental Soy Cuba (1964).

El documental fue dirigido por Mikhail Katozov, conocido por Cuando pasan las cigüeñas (1957) ganadora de la Palma de Oro en Cannes. Sin embargo, su súper producción sobre la isla fue un desastre en Cuba y en la Unión Soviética.

Katazov se trasladó a la isla con un equipo de 200 personas y los más sofisticados equipos cinematográficos. Pretendía hacer un documental que mostrara la importancia de la Revolución Cubana en plena Guerra Fría.

Cuatro historias muestran la Cuba anterior al triunfo de Castro. En La Habana, María ofrece su cuerpo en un hotel de lujo; Pedro, trabajador del azúcar, pierde su casa frente a compañías norteamericanas; un joven que pertenecía al grupo de resistencia a Bautista se suicida ante la imposibilidad de enfrentar al régimen y Mario, en la Sierra Maestra, es asesinado por acoger a un miembro de la guerrilla.

El filme, un verdadero “mamut siberiano” –como lo llamó el realizador brasileño Vicente Ferraz–, no agradó ni a soviéticos ni a cubanos y fue retirado a la semana de proyección.

Cuarenta años después, Ferraz retoma la historia en una obra personal, narrada por él mismo, que nos descubre un filme estéticamente espléndido, pero cuya “alma” no pudo cuajarse en el público de su época.