Columna Clase Ejecutiva: El nuevo gobierno y el Ministerio de cultura (I parte)

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I Parte

El país más poderoso del mundo y que tiene los más altos estándares de vida, Estados Unidos, no tiene Ministerio de Cultura. Su cultura, sin embargo, se ha expandido por el mundo en forma única: la música de Louis Armstrong, las películas de Woody Allen o las pinturas de Andy Warhol, son universalmente reconocidas. Esto para no hablar de cosas más especializadas como el grupo de danza experimental Pilobolus o los libros de Raymond Carver. Tienen museos de clase mundial como el Whitney, el MoMa o el Guggenheim.

Es decir, han logrado que la cultura, tanto la considerada de élite como la popular, haya crecido robusta y se exporte al resto del mundo. Se podría argumentar que ser una nación tan rica, grande y próspera les ha facilitado las cosas. Después de todo, estas y otras producciones encuentran su financiamiento y razón de ser en los grandes mercados que supone una nación de 300 millones de habitantes y en el NEA, National Endowment for the Arts o Fondo de Dotación para las Artes. En Costa Rica sí tenemos un Ministerio de Cultura, y un ministro o ministra. No tenemos un NEA y las funciones del Ministerio de Cultura oscilan entre la administración de un raquítico presupuesto (0,66% del presupuesto nacional) y la fiscalización de entidades adscritas al Ministerio, como museos estatales o compañías artísticas. Esto ha conducido a que los programas de los museos, por ejemplo, estén bajo la tutela del Ministerio, es decir del Estado.

Existe escasa o nula participación de la empresa privada en el sector cultura, justamente por su carácter esencialmente estatal. Aunque no es notorio ni común el ejercicio de la censura por parte de museos o teatros, sí existe siempre la conciencia de que lo que se presente en ellos, debe llevar la aprobación del Ministerio y el ministro.

Esto sería inimaginable en Estados Unidos...